jueves, 10 de febrero de 2011

La hipocresía de Occidente

(Nota publicada hoy, 10 de febrero de 2011, en Página/12)


La hipocresía de Occidente

(Por Robert Fisk, para The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12. Traducción: Celita Doyhambéhère).

No hay nada como una revolución árabe para mostrar la hipocresía de nuestros amigos. Especialmente si esa revolución es una de civilidad y humanismo e impulsada por una abrumadora exigencia para tener el tipo de democracia que disfrutamos en Europa y en Estados Unidos. Las indecisas tonterías musitadas por Obama y la Clinton durante estas últimas dos semanas son sólo parte del problema. De “estabilidad” a la “tormenta perfecta” hemos terminado con el presidencial “ahora-significa-ayer” y “transición ordenada”, que se traduce: nada de violencia mientras el ex general de la fuerza aérea Murabak es llevado a pastar para que el ex general de inteligencia Suleimán pueda hacerse cargo del régimen en nombre de Estados Unidos e Israel.

Fox News ya les dijo a sus televidentes en Estados Unidos que los Hermanos Musulmanes –uno de los grupos islámicos más “suaves” en Medio Oriente– están detrás de los valientes hombres y mujeres que se animaron a resistir a la policía de seguridad estatal, mientras calla la masa de “intelectuales” franceses: las comillas son esenciales para mandapartes como Bernard-Henri Levy que se ha convertido, según Le Monde,, en “la intelligentsia del silencio”.

Y todos sabemos por qué. Alain Finkelstein habla de su “admiración” por los demócratas, pero también de la necesidad de “vigilancia” –y esto es un punto bajo en cualquier “filósofo”– “porque hoy todos sabemos sobre todo, que no sabemos cuál va a ser el resultado”. Esta cita casi rumsfeldiana está dorada por las propias ridículas palabras de Lévy, “es esencial tener en cuenta la complejidad de la situación”. Curiosamente, eso es exactamente lo que los israelíes dicen cuando algún occidental insensato sugiere que Israel debería dejar de robar tierra árabe en Cisjordania para sus colonias.

En verdad, la propia reacción de Tel Aviv a los importantes eventos en Egipto –que éste puede no ser el momento para la democracia en Egipto (permitiendo así mantener el título de “la única democracia en Medio Oriente”)– ha sido tan inverosímil como contraproducente.

Israel estará mucho más seguro rodeado por verdaderas democracias que por despiadados dictadores y reyes autocráticos. Para su enorme crédito, el historiador francés Daniel Lindenberg dijo la verdad esta semana. “Debemos admitir la realidad: muchos intelectuales creen, en lo profundo, que el pueblo árabe es congénitamente atrasado.”

No hay nada nuevo en esto. Se aplica a nuestros sentimientos recónditos sobre todo el mundo musulmán. La canciller Angela Merkel de Alemania anuncia que el multiculturalismo no funciona, y un pretendiente a la familia real de Baviera me dijo, no hace tanto tiempo, que hay demasiados turcos en Alemania porque “no quieren ser parte de la sociedad alemana”. Sin embargo, cuando Turquía mismo –lo más cercano a la perfecta mezcla de islamismo y democracia que uno puede encontrar en Medio Oriente ahora mismo– pide unirse a la Unión Europea y compartir nuestra civilización occidental, buscamos desesperadamente cualquier remedio, no importa cuán racista sea, para evitar que sea miembro.

En otras palabras, queremos que sean como nosotros, siempre que se queden aparte. Y luego, cuando prueban que quieren ser como nosotros pero no quieren invadir Europa, hacemos lo que podemos para instalar otro general entrenado en Estados Unidos para que los gobierne. Así como Paul Wolfowitz reaccionó a la negativa del Parlamento turco a permitir que los tropas de Estados Unidos invadieran Irak desde el sur de Turquía preguntando si “los generales no tienen nada que decir sobre esto”, ahora estamos reducidos a escuchar mientras el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, pondera al ejército egipcio por su “restricción”, aparentemente no dándose cuenta de que es el pueblo de Egipto, los que proponen la democracia, los que deberían ser ponderados por su restricción y no violencia y no un montón de brigadieres.

De manera que cuando los árabes quieren dignidad y autorrespeto, cuando gritan por su propio futuro que Obama señaló en su famoso –ahora supongo que infame– discurso en El Cairo, les faltamos el respeto. En lugar de darle la bienvenida a sus exigencias democráticas, los tratamos como si fueran un desastre.

miércoles, 2 de febrero de 2011

La Patria Consoladora

Este texto lo recibí en 2008. Desconozco su autor, ya que fue una cadena. Sin embargo, me saco el sombrero ante aquel (quien quiera que sea) que lo haya escrito; y creo que nunca está de más compartirlo.


LA PATRIA CONSOLADORA


Un día como hoy pero de 1980, suponéte, que yo heredé una fábrica de consoladores.
Durante 20 años la pude mantener de pedo. Hacía consoladores para la Argentina porque
mis costos eran muy altos y mi fábrica no era competitiva para exportarlos. Los
consoladores taiwaneses y los de India eran mucho más baratos. En fin, suponéte que
mi problema era que por cada peso que yo ponía, mi fabrica podía producir solamente 5
ctvs. más. Esto en las mejores épocas. En otras, suponéte, que directamente perdía
plata. Ahora, los taiwaneses, por cada peso invertido ganaban 40 ctvs., con lo cual,
ellos podían bajar el precio de venta de sus consoladores para competir con los míos
y es así que ellos vendían más consoladores que yo.

Para fines de los ´90 mi fábrica estaba fundida y yo debía mucha plata al banco.

Ahora, suponéte que un día el gobierno decide devaluar la moneda. En el gobierno
piensan que si se devalúa la moneda se favorece a la producción porque se achican los
costos nacionales en relación al precio internacional. A mí me re conviene porque
puedo empezar a ganar más plata por cada peso invertido y así puedo competir con los
consoladores taiwaneses. Para devaluar la moneda la sociedad entera tiene que pagar el
costo: luego de una devaluación los sueldos de toda la gente valen menos que antes,
aunque en números sea lo mismo, pueden comprar muchas menos cosas. Igualmente la
sociedad decide hacer ese esfuerzo porque sirve para reactivar la producción y generar
trabajo para todos.

El gobierno, en su decisión de favorecer a la producción, me refinancia mi deuda con
el banco, me da una tasa de interés muy barata y yo puedo quedarme con mi fábrica.
Además, para mantener el precio de la moneda devaluada sale a comprar dólares todo el
tiempo, miles de millones de dólares para que los consoladores argentinos sean
competitivos. Encima, como yo para hacer consoladores necesito goma y la goma es un
derivado del petróleo y como el petróleo tiene precio internacional y está en
dólares y cada vez más caro, el gobierno me rebaja el costo de la goma,
subsidiándola. Tanto la plata para pagar mi deuda con el banco, como la plata para
mantener alto el dólar, como la plata para financiarme la goma, sale de las arcas
nacionales, del Estado. Es así que, entonces, todos los argentinos ayudan a pagar mis
deudas y a financiarme los costos de mi producción.
En fin, ahora yo tengo mi fábrica con una rentabilidad bárbara de 35 por ciento por
cada peso que invierto. Encima, se reactivaron todas las fábricas del país, creció
el trabajo y los salarios. Ya van 5 años seguidos en que la situación mejora cada
día. Mi actividad está tan subvencionada que prácticamente no tengo riesgo
empresario, es decir, tengo que hacer fuerza para que me vaya mal.

¿Y entonces qué pasa? Pasa que de golpe en China hay una revolución sexual. Todas
las chinas se revelan, se cansan de que los chinitos no se pongan las pilas en la
catrera y salen como locas a comprar consoladores de goma. Miles de millones de chinas
-desesperadas- haciendo cola para comprar artefactos que satisfagan sus necesidades. En
China, el gobierno declara la Emergencia Sexual y saca una Ley de Seguridad Consolante:
abre las fronteras, sin impuestos, para todos los consoladores del mundo que quieran
entrar en la China. El precio internacional de los consoladores se dispara, un
consolador sale dos, tres, hasta cuatro veces lo que salía antes.

A mí me viene al pelo. Suponéte que, de pronto y por una cuestión ajena, por cada
peso invertido puedo sacar hasta dos pesos con treinta centavos, ¡una rentabilidad del
130 por ciento! De golpe, hacer consoladores no sólo es una actividad que me permite
vivir bien, ahora me permite hacerme millonario. Y eso que sigo siendo un 'pequeño
productor de consoladores', que no es lo mismo que 'productor de pequeños
consoladores'. Así y todo estoy ganando, suponéte, 40.000 pesos por mes. Chocho.

¿Pero qué pasa? Como hacer consoladores es tan rentable, muchos de los que hacen
fideos, remeras, lapiceras, latas de comida, remedios o galletitas se vuelcan
masivamente a la industria del consolador porque todos quieren hacer mucha plata,
obviamente. Como consecuencia, en Argentina pasan tres cosas:

1. Todos los consoladores se venden al exterior, dejando a los consumidores de
consoladores argentinos sin el producto o al mismo precio que se paga afuera
(carísimo). Como nuestros sueldos están devaluados y están devaluados para que se
puedan fabricar un montón de cosas, esta consecuencia es absolutamente injusta ya que
hacemos el sacrificio para que se puedan fabricar consoladores pero nos quedamos sin la
capacidad adquisitiva para poder comprarlos.
2. Como consecuencia de que muchas fábricas se cambian al rubro de los consoladores
de goma, se dejan de fabricar muchas cosas y al haber menos cantidad de esas cosas,
aumentan de precio, con lo cual nuestros sueldos pierden poder adquisitivo con respecto
a todos los productos.
3. Además, como es tan rentable hacer consoladores, mi fábrica aumenta de precio.
Antes valía 100.000 pesos, ahora vale 500.000 pesos. Entonces yo ahora ya ni siquiera
trabajo. Directamente me conviene alquilar mi fábrica a otro que la trabaje mientras
yo me rasco el higo todo el día. Vienen fondos de inversión, pooles empresarios y
empiezan a alquilar fábricas en todo el país y las dedican a la producción de
consoladores.

El gobierno, entonces, tiene que hacer algo. Porque la gente lo votó por haber
reactivado la economía pero siempre y cuando los sueldos alcancen para vivir, lo cual
es lógico. La gente aceptó pagar el costo de la deuda de los sectores productivos,
pero a cambio de poder trabajar y comer, como mínimo y, por ahí, en el mejor de los
casos, progresar.

Y lo que hace el gobierno es ponerme retenciones móviles a la exportación de
consoladores, con lo cual, ahora mi rentabilidad vuelve a ser del 30 por ciento. Cuando
aumenta mucho el precio del consolador, aumentan las retenciones; cuando baja el precio
del consolador, baja la retención. Yo siempre gano lo mismo, o sea, mucho: 30 por
ciento anual, que es seis veces más que lo que gana una fábrica de consoladores en
cualquier lugar del mundo.

Suponéte que, entonces, yo soy un tipo muy irracional y egoísta. Suponéte que
además no tengo memoria, no me acuerdo de lo mal que me iba antes y me olvido,
además, de los esfuerzos que hizo toda la sociedad para que a mí me vaya bien. De
golpe me junto con todos los productores de consoladores y me pongo a armar un gran
quilombo. Corto las rutas y no permito el paso de ningún otro producto. Genero
desabastecimiento, suben los precios, la gente pierde aún más poder adquisitivo, etc.

Para justificarme, me dedico junto a mis compañeros fabricantes de consoladores a
diseñar un discurso que me exculpe de mis acciones antipopulares y desestabilizadoras:
'Consoladores=Patria', 'Paja o Muerte', 'Todos somos Consoladores', 'No al Aborto, Sí
al Consolador', 'Con los Consoladores estábamos mejor', 'K tirame la goma'.

La oposición y los medios me apoyan, aunque lo hagan solamente porque están en contra
del gobierno y se aprovechan de la situación. Suponéte que a mí no me importa y me
aprovecho también de ese apoyo.

Hasta acá la historia es igual a la del campo. Pero suponéte que en vez de pasar lo
mismo que pasa con el campo, en el conflicto de los consoladores pase otra cosa.
Suponéte que de golpe, el gobierno dice: 'Bueno, tenés razón. Te voy a sacar las
retenciones móviles.' Yo me pongo re contento, hago un acto en Rosario y salto de
alegría por haber ganado la batalla junto a todos mis amigos de la Sociedad
Consoladora Argentina, el Pro y la Carrió que apoya cuanto consolador se le cruza.
Gané la batalla.
Al otro día, el gobierno dice: 'Te saqué las retenciones, pero también se las saqué
al petróleo y además dejé de comprar dólares para mantener el tipo de cambio y,
además, ¿sabés qué?, voy a dejar de financiarte tus deudas con el banco y voy a
liberar las paritarias para que los trabajadores exijan los sueldos que quieran y voy a
dejar de hacer rutas para transportar consoladores y voy a mandar esa guita para hacer
hoteles de alojamiento populares y además voy a lanzar un montón de medidas para
fiscalizar a la producción de consoladores porque ese sector es el que más evade
impuestos en nuestro país.'

Entonces, aumenta la goma en dólares. Y el costo del trabajo aumenta a valores
europeos. Y encima tengo más presión fiscal y se me va un 33 por ciento de la
ganancia que antes no pagaba porque me hacia el dolobu. Para colmo, se revalúa la
moneda porque ya el gobierno no sale a comprar dólares, con lo cual la diferencia que
hacía antes en el mercado internacional se achica. Ahora no tengo retenciones y,
aunque sigo ganando plata, gano inclusive menos que cuando tenía retenciones.

Un día se acaba la fiesta sexual en China. Las minitas vuelven todas al lecho
masculino porque los chinitos se pusieron a estudiar tantra como locos y ahora pueden
mantener una erección durante 48 horas seguidas. El sexo adquiere la calidad de
'Actividad Protegida por la República Popular China'. Por efecto de la
transnacionalización de la cultura oriental, se abren escuelas de tantra en todo el
mundo. Los consoladores pasan de moda. El pene, viejo y peludo nomás, vuelve a ser el
mejor amigo entre las chinitas de todo el mundo. Los hombres readquieren su seguridad,
pues se habían visto reemplazados por simples pedazos de goma. Al haber volcado sus
esfuerzos en hacer la vida de sus compañeras más placenteras, abandonando el egoísmo
sexual que los caracterizaba, la humanidad entera se encamina hacia una época más feliz.

Suponéte que en Argentina ahora nos tapan los consoladores. No nos sirven para nada.
Encima perdimos la capacidad de producir cualquier otra cosa. No nos tecnificamos, no
nos modernizamos, no diversificamos nuestra producción, en fin, se nos pasó el tren.
Ahora mi actividad no tiene ni renta extraordinaria ni el apoyo del estado. Suponéte
que tengo miles de cajas llenas de penes de goma y que me los tengo que meter en el
culo.

Suponéte.