martes, 11 de agosto de 2009

Entrevista al Ing. Horacio Giberti - Conflicto por las retenciones: su trasfondo, sus implicancias y los lineamientos para una nueva política




Entrevista al fallecido Ing. Horacio Giberti, por Isaac Grober para la Revista Realidad Económica.

Es un poco extensa pero realmente clarificadora en muchos puntos.

Conflicto por las retenciones: su trasfondo, sus implicancias y los lineamientos para una nueva política


“Pienso que el Gobierno tiene un montón de faltas. Políticas activas mal dirigidas y de políticas que no ha dirigido, pero pienso que aunque todo lo que ha hecho estuviera mal y sólo hubiera hecho esto de las retenciones, no habría por qué no apoyarlas. En todo caso el enorme esfuerzo que se está haciendo en contra de las retenciones se debe utilizar para presionar al Gobierno para que actúe implementando todas esas políticas que hoy faltan... Es absolutamente necesario desarmar toda esta estructura de los fondos de siembra porque crean una estructura social totalmente negativa...”


Las transformaciones productivas, sociales y gremial–empresarias como marco del reclamo. Los propósitos, el trasfondo y los riesgos del conflicto. Lineamientos para una nueva política. Potenciales aliados.


Con motivo de la implantación de las retenciones móviles, los productores agropecuarios han desatado un conflicto y disputas en el que aparecen aspectos y situaciones confusas, contradictorias y peligrosas. Para ayudar a esclarecer un poco las cosas creo que sería previamente necesario conocer y entender los cambios en la estructura productiva y social habida en el campo, cuándo y cómo se fueron dando, para llegar en definitiva a tener un panorama más claro sobre lo que hoy es, productiva y socialmente el campo, qué terreno estamos pisando.

Me parece un enfoque razonable. En los últimos 15 años, digamos, el sector agropecuario ha tenido profundas transformaciones que lo vuelven muy distinto de lo que conocimos tradicionalmente. Vamos a referirnos fundamentalmente a la región pampeana, porque aunque en el resto del país también haya habido cambios, el motor de la economía agropecuaria es la región pampeana.

Aquí se produjo una revolución tecnológica extraordinaria, sobre todo a partir de los años ´90, basada en la siembra directa y en los transgénicos. La introducción de estos dos elementos abarató extraordinariamente los costos de producción a punto tal que, para que se tenga una idea, lo que antes se hacía en un mes, hoy se lo puede hacer en un día.. Es esta significativa disminución de costos lo que permitió que en el período de recesión de los `90, el sector agropecuario pudiera afrontar esa mala racha de todos esos años del 1 a 1 y aumentar la producción.

Esto ya anticipa que si al sector agropecuario con el 1 a 1 le iba bien - dicho esto en general - , con el 3 a 1 le tiene que ir extraordinariamente bien.

Pero volvamos un poco atrás. Esta profunda transformació n tecnológica que permite ahora reducir a un día el trabajo que antes llevaba un mes, si bien reclama mucho menos trabajo, exige en cambio mucho más capital: inversión en maquinaria y la maquinaria para siembra directa es cara y totalmente distinta a la tradicional, lo que obliga a renovar toda la maquinaria. El transgénico y todo lo que representa el uso de agroquímicos, etc. representa también gastos que antes no se hacían .

En la agricultura tradicional el chacarero araba, sembraba, lo que le demandaría digamos un mes de trabajo en una chacra corriente y luego hacía algunos trabajos culturales, como en el caso del maíz, o ninguno, como en el trigo. No había defensa del cultivo, en el sentido de que no se aplicaban herbicidas, ni fertilizantes, etc. de manera que el chacarero veía crecer bien o mal el cultivo . Luego venía el período de cosecha, lo que implicaba la cosecha en sí misma, el transporte y la comercializació n. Ese era el trabajo, digamos tres a cuatro meses relativamente duros y el resto, ocio forzoso.

Esto era la estructura básica de la producción chacarera de entonces. Hoy es totalmente distinto por la gran inversión de capital tanto en maquinaria como en insumos y eso en Argentina, para el chacarero corriente, con un Estado que en esos años retiró su intervención, le era imposible conseguir apoyo crediticio de fomento, no crédito bancario común, sino un crédito bancario a tasa razonablemente más baja que la corriente y con un horizonte de vencimiento mucho más acomodado.

Además se requería asesoramiento técnico porque cambió totalmente la forma de producción, de manera que el chacarero que decía “.. a mi que me van a enseñar que tengo 20/30 años en el campo”, hoy podrá seguir diciendo lo mismo, pero sus 20 o 30 años de experiencia anterior no le sirven para nada porque han cambiado totalmente las formas de producción. Y además el cambio es muy dinámico, lo que le exige una actualización constante de los conocimientos.

Este requerimiento de conocimientos técnicos nuevos para el productor chocó con que al retirarse el Estado de la intervención en el mercado, también llevó implícito su retiro de la intervención técnica: el INTA desmanteló su servicio de extensión. Entonces el chacarero, al que le era difícil acceder al capital, al que le era difícil acceder a las nuevas técnicas, se fue quedando marginado, desapareciendo o cediendo sus tierras en arrendamiento porque juntamente con eso, como el cultivo era un negocio verdaderamente interesante, especialmente en el caso de la soja, surgieron los fondos de siembra.

Estos fondos son en verdad entidades puramente especulativas. Son, en realidad, fondos de inversión. Colectan un dinero que destinan a una determinada actividad, la que en ese momento les parezca más rentable en el corto plazo y si esa actividad luego deja de ser rentable, pasan a otra totalmente distinta. Y así como hoy pueden producir soja, mañana pueden ser chorizos o cualquier otra cosa.

Por su índole, estos fondos ni invierten ni compran en el lugar donde trabajan. Derivan sus ganancias, desde el lugar donde trabajan hacia otros centros de actividad. Utilizan la menor cantidad de capital fijo posible, porque quieren conservar la liquidez. Por eso arriendan tierras y no compran tierras; trabajan con contratistas y no compran maquinaria agrícola y tienen un equipo bastante bueno de asesores que los utilizan en los distintos lugares de trabajo porque para cubrir riesgos esos fondos de inversión suelen arrendar tierras en muy distintos lugares. Así, si en un lugar las cuestiones ecológicas han sido adversas, se compensan con que en otras han sido buenas.

Además, con los transgénicos y con el mejoramiento genético se ha conseguido variedades de grano que son muy resistentes a la mayor parte de las adversidades, lo que asegura una mayor estabilidad de la producción que la que antes era corriente, en la que había menos defensa de los cultivos, menos capacidad de los propios cultivos de resistir las adversidades. Entonces, anteriormente, la oscilación de la productividad, del rendimiento, era muchísimo mayor que ahora. Estos rendimientos están ahora en un nivel muchísimo más alto y son más estables, pero a costa de una gran inversión de capital y de técnica que la pudieron hacer los fondos de siembra. Los chacareros, en cambio, se fueron quedando marginados.


Además, como los fondos de siembra tienen el dinero suficiente y como manejan grandes volúmenes de producción, tienen también grandes facilidades para comprar los insumos y vender la producción. Todo eso hace que su costo de producción sea mucho más bajo que el del chacarero común.

Por todo esto los fondos de inversión se extendieron enormemente en ese momento del 1 a 1, mientras iban absorbiendo o iban desapareciendo los chacareros. Como estos últimos no podían entrar en la nueva técnica y con sus viejas técnicas quedaban muy fuera del mercado, les resultaba mucho más conveniente alquilarles su tierra antes que trabajarla. .Esto fue produciendo una enorme concentración de la producción.

Antes siempre se hablaba de la concentración de la tierra, de la propiedad de la tierra. Ahora hay una concentración de la producción que es sobre tierras arrendadas, alquiladas y es un proceso que cambió totalmente la estructura económica y social del campo.

Es por eso, como ahora se dice, que tenemos un 10 % de productores que aportan el 75 % de la soja y eso es una enorme concentración – reitero – de la producción y no de la propiedad de la tierra. La propiedad de la tierra sigue tanto o más concentrada que antes, pero este es un fenómeno distinto del de la concentración de la producción.

¿Qué otras repercusiones se derivaron de estos cambios en el modo de vida del pequeño y mediano productor y sobre la actividad económica de los pueblos y ciudades cercanas al quehacer rural?

En primer lugar, ha desaparecido una gran cantidad de los clásicos chacareros. El chacarero que subsiste, ahora despliega mucho menos trabajo que antes, de manera que eso de que toda la familia de varios hijos trabajaba junto con el padre y la madre, ya pasó a la historia. En este momento una chacra, digamos, de 150 has. en lo que se llamaba la región maicera y que ahora es la región sojera, requiere el trabajo de dos personas, nada más. De modo que los hijos de la familia ya no caben en el campo y los obreros se van a trabajar a las ciudades. Por eso mismo el deterioro industrial de los años ´90 perjudicó a la chacra porque muchas de ellas se constituían entonces sobre la base del trabajo familiar en la misma chacra y parte de la familia trabajaba en industrias y comercios de los pueblos cercanos. El receso económico de los años ´90 perjudicó esa ocupación extrapredial y complicó más aún la economía del chacarero. Esto explica esa enorme desaparición de chacareros, de productores medianos y pequeños.

Digamos marginalmente que también hay que distinguir una cosa. El mejoramiento técnico desde que se implantó el arado hasta ahora, va aumentando cada vez más la productividad del hombre. Cada vez más una persona puede atender, cultivar más hectáreas. Entonces, dentro de una producción agropecuaria moderna, tecnificada, es lógico que disminuya la cantidad de explotaciones.

Por eso si en la región pampeana, por ejemplo, la tierra está ocupada en su totalidad, si cada chacarero puede hoy trabajar más hectáreas que antes, es evidente que tiene que ir saliendo una determinada cantidad de chacareros del campo. En consecuencia, hay un proceso que podríamos llamar normal de disminución de explotaciones agropecuarias y a eso se agrega, en el caso argentino, un proceso que yo llamaría patológico de ese aumento de chacareros que salen del sector porque el gobierno ha sido hasta hace muy poco mero espectador de la producción. A partir del 2001 cambia la cosa, no se llega desde mi punto de vista a una política totalmente satisfactoria, pero hay muchos aspectos que mejoran la situación. Entonces en el sector agropecuario resurge la economía porque a ese bajo costo de producción, se unen precios mucho más altos que reaniman la actividad. Y esa producción, aun bastante centralizada en pocas explotaciones, alcanza a reanimar la economía de los centros poblados que yo podría llamar estrictamente vinculados con la producción. En Pergamino, en el centro-sur de Santa Fe y en otras áreas que estaban totalmente aletargadas desde el punto de vista económico, se reanimaron esas industrias locales, se reanima el comercio como consecuencia de la mayor producción y el sector chacarero que aún subsiste , comienza a recuperar poder adquisitivo.

Si se analizan las inversiones que se ha producido en maquinaria, etc., ahora se ve precisamente que mientras que en todos esos años en que el sector no agropecuario estaba languideciendo cada vez en peores condiciones e invertía menos, el sector agropecuario ya compraba mucho más maquinarias, fertilizantes y herbicidas. En aquella agricultura tradicional de hace años, los fertilizantes por ejemplo eran consumidos por las regiones extrapampeanas y no por la región pampeana. Ahora el principal consumidor de fertilizantes es la región pampeana. Esta es una de las tantas indicaciones de cómo ha cambiado la estructura.

Volviendo a lo que estaba contando. Se reanima la economía, se robustecen los pocos chacareros que quedaron, pero que aún así son todavía relativamente muchos y entran también en ese círculo de mayor consumo y mayor inversión, logicamente en una medida mucho menor que la que pudieran hacer si hubieran conservado la magnitud económica anterior, de no mediar su desplazamiento por esos fondos de siembra.

Es obvio que los piquetes que irrumpieron en decenas de lugares, no estuvieron integrados por oligarcas. Está claro que las multitudinarias concentraciones congregaron a pequeña y mediana burguesía rural y a pobladores del interior del país, en particular del área pampeana, que directa o indirectamente son dependientes de la economía agropecuaria. También se ha visto el despliegue de alianzas entre agrupaciones gremiales agropecuarias que a lo largo de su historia se han revelado no sólo diferentes, sino decididamente antagónica ¿Cómo se explica esta confluencia de ahora? Los cambios habidos en la estructura productiva y social ¿pueden haber influido en la orientación político - gremial de las entidades o esta confluencia es coyuntural, empujada por “el espanto”, como alguno de ellos dijo? ¿Qué es lo que en esencia está en disputa para cada una de las entidades integrantes de la llamada Mesa de Enlace?


Ciertamente. Todos estos cambios en la estructura económica y social, también provocó un cambio bastante importante en la estructura gremial, societaria del campo. El clásico chacarero arrendatario, la imagen tradicional del socio de la Federación Agraria (FAA), prácticamente desapareció porque muchos de los arrendatarios que subsistieron, por las buenas o por las malas se transformaron en propietarios. Al transformarse en propietarios, muchos de ellos dejaron de pertenecer a la FAA. Esta entidad era, para los arrendatarios modestos, una institución, un ente absolutamente necesario porque a través de su muy buen departamento legal les proporcionaba el apoyo jurídico necesario en su lucha contractual y legal con el propietario por problemas de arrendamiento. Al transformarse en propietarios, esos socios ya no tienen la necesidad de ese servicio y aún no manifestando una buena conciencia gremial, simplemente dejaron de pertenecer a la FAA o sin hacer una renuncia formal, dejaron de pagar. Yo creo que si muchas de las entidades agropecuarias de ahora depuran sus padrones de socios se quedan con la mitad o menos de los socios. Es una táctica de las entidades, no sólo de las agropecuarias, si no de todas, de no depurar mucho sus padrones de socios en función de los que verdaderamente pagan, para aparentar tener así una mayor representatividad

Aparte de esa disminución de socios, en lo que hace a la FAA , hay ese cambio de estructura social que hace que el chacarero típico de hoy tenga enfoques muy distintos del de antaño. Es un propietario, un pequeño propietario, a lo mejor más conservador que el propietario mediano o grande. Eso en lo que atañe chacarero clásico.

En cuanto a las cooperativas, buena parte de ellas sufrió un descalabro durante la época del 1 a 1 acompañado por la falta de apoyo oficial. Muchas se salvaron transformándose realmente en empresas comerciales. FACA, que nucleaba cooperativas de productores medianos y pequeños afines a la Federación Agraria , quebró. De las restantes federaciones de cooperativas integradas en CONINAGRO quedó ACA como grupo de mayor peso, cuyos integrantes tradicionalmente fueron productores de medianos para arriba. En definitiva, CONINAGRO ahora agrupa menos cooperativas, con menor espíritu cooperativista y con menos importancia de pequeños y medianos productores.

Además tenemos toda una estructura que absorbe el grupo de entidades que se concentra en Confederaciones Rurales Argentina (CRA), que tradicionalmente representaron a un tipo de explotación relativamente grande pero manejada por el propio dueño, un empresario.

El tipo medio de socios de esas entidades nucleadas en CRA tiene una explotación relativamente grande, a lo mejor 1.000 has., que en la región pampeana no es poco, pero generalmente las maneja él en forma directa y muchas veces vive en la propia explotación. Ese hoy sigue siendo propietario y ha crecido mucho en los últimos tiempos. Además se ha diversificado. Antes ese propietario era fundamentalmente ganadero y hoy ha asimilado las nuevas técnicas y se transformó a veces más en agricultor que en ganadero. Por eso interviene ahora en forma mucho más activa que antes en la puja por la determinación de precios de los granos, etc. que antes era algo que miraba un poco de costado porque se dedicaba más bien a la ganadería.

Los grandes productores son los clásicos representados por la Sociedad Rural Argentina (SRA), que ahora se diferencian. Son claramente productores y no latifundistas. Hoy, por una serie de cosas, hacen el cálculo de beneficios alternativos, etc. Ya no es como antes que la gran explotación solía ser bastante más extensiva que lo razonable y que muchas veces no trabajaban bien la tierra porque de todos modos su gran superficie les permitía tener un ingreso alto sin necesidad de complicarse la vida administrativamente . Hoy ya se piensa en otra forma. Se piensa por ejemplo en si la tierra que tengo vale tanto, que rentabilidad tiene y la comparo con la rentabilidad de otras actividades o de colocaciones alternativas de ese capital y si no me conviene, vendo la tierra y me dedico a otra cosa,

Hace 40/50 años ese enfoque no existía. De modo que la Sociedad Rural sigue representando a grandes propietarios pero con otra estructura. Se dedican más a la producción propiamente dicha y también han incorporado la agricultura, cuando antes eran casi exclusivamente ganaderos porque la agricultura la hacían por vía de arrendatarios que ahora han desaparecido.

Estos son los cambios que hoy ofrece la estructura societaria. Ahora por sobre esas cosas hay otra cuestión fundamental: ¿qué representatividad tienen? ¿Cuánto del sector agropecuario, cuántos productores verdaderamente absorben?

Si uno atiende a las cifras que cada una de ellas dice sobre la cantidad de socios - y eso salió en un artículo de La Nación de hace un tiempo – resultaría que las cooperativas, que no son gremiales pero que son entidades que asocian a muchos productores pero con espíritu de comercializació n más que de producción, dicen que representarían a 110.000 asociados. CRA tendría 100.000, la FAA otro tanto y la SRA 10.000, o sea que en total, según ese artículo que apareció en La Nación y que en realidad recoge lo que se adjudican cada una de las entidades, tendrían en conjunto como 300.000 socios, o sea casi el total de los productores agropecuarios. Eso es absolutamente falso y lo podemos decir con absoluta convicción porque si vamos al censo agropecuario del 2002 encontramos con que por primera vez en el país se pregunta a los productores si están afiliados o no a alguna entidad gremial o cooperativa. La respuesta es la siguiente: en todo el país sólo el 4% de los productores está afiliado a alguna entidad verdaderamente gremial y el 13 % está agrupado en cooperativas. Esta es la verdadera representatividad que tienen las entidades.

Entonces me parece que está bien que actúen, que reclamen, que el gobierno las tenga en cuenta, pero distan enormemente de tener la importancia que ellas a sí mismas se adjudican. Esa poca importancia creo que está muy claramente expresada en otra circunstancia. Toda esta última serie de problemas que ha habido ha surgido del famoso movimiento de los “autoconvocados” que son los que en este momento están a lo mejor manejando la situación. Si hay tal gran cantidad de autoconvocados es porque precisamente las entidades son poco representativas. Y se da este curioso caso de que los autoconvocados por ejemplo, organizan una reunión e invitan a las entidades agropecuarias y los presidentes de las entidades agropecuarias van como invitados a las reuniones que organizan los autoconvocados.

Esa enorme cantidad de autoconvocados que son los que hasta ahora están causando más cortes de ruta que los asociados, están reafirmando las cifras censales sobre la poca importancia real que tienen las entidades agropecuarias y están complicando también la resolución política del problema porque por su propia condición de autoconvocados no tienen disciplina gremial, hay grupos con diferencias internas muy notables, un grupo con otro no tiene nada de afinidad y cada uno corta las rutas como le parece, Unos dejan pasar a las ambulancias y otros no, pasan determinados tipos de mercaderías o no. Hay toda una anarquía y sobre todo no pueden tener una actitud unificada y mucho menos obedecer las directivas que emanan de las entidades agropecuarias tradicionales. Por eso si mañana el gobierno llega a un acuerdo completo con las entidades agropecuarias, con estas cuatro entidades famosas, no hay mayor garantía de que la masa de productores agropecuarios responda a ese compromiso

Pasemos ahora al marco político en que se desarrolla toda esta problemática del conflicto.

Primero: yo no considero malo que se hable de que esto está politizado. Al contrario, todos estos hechos son la consecuencia de medidas políticas. Entonces me parece que es absurdo decir que las entidades están politizadas o que el gobierno está politizado o se politizan los temas, etc. Ojala todos estuviéramos politizados, con lo cual quiero decir que estuviéramos viendo desde un punto de vista de una actividad política razonable, que medidas conviene tomar o no.

Segundo: yo creo que las entidades han respondido, reaccionado a situaciones que son muy distintas de las que originalmente se plantearon. Esto explica en buena medida su aparente unificación.

Dicho en forma más clara: analizada la actual situación económica del sector agropecuario, el Gobierno computó que en razón de la fenomenal suba de los precios internacionales, ese sector percibirá ahora ingresos muy altos, que para lograrlo en realidad no hizo demasiado. Las retenciones vienen a cumplir así una función legítima, la de quitar una parte nada despreciable – podría ser un poco menos, pero es bastante apreciable – de los posibles ingresos, redistribuirlos y fundamentalmente por vía de las retenciones, separar los precios internos de los externos de modo de evitar que ese extraordinario aumento de los precios externos eleve innecesariamente el costo de vida interno. Yo creo que es humano considerar que nadie va de buen modo, sin cierta discusión, a resignar sus ingresos, Después de todo, el bolsillo es la parte del cuerpo que más duele. Creo que es humano dentro de nuestra sociedad que cada persona procure ganar lo más posible.

Aquí aparece entonces uno de los errores del Gobierno y fue el no explicar suficientemente el por qué hacía las cosas de manera que quedara claro el por qué de las retenciones, la magnitud del margen de ganancias extraordinarias que en caso contrario quedaría en manos de los productores y que aún descontadas las retenciones, restaba una buena rentabilidad.

Aquí aparece ese trasfondo político. Las entidades obedecen inicialmente a la presión primera de sus asociados y luego se encuentran presionados por los autoconvocados que piden que no se les saque un solo peso. Y es más fácil para un dirigente trasmitir ese pedido al gobierno que el hacerle ver a sus asociados que deben resignar parte de ese beneficio extraordinario en función de un beneficio social.


Aquí aparece el segundo error, porque no es posible que el Gobierno trate de igual a igual a una entidad agropecuaria y con ese famoso “hay que consensuar” en algo donde jamás se va a poder consensuar porque implica limitar en buena parte los beneficios del sector. Exagerando las cosas: si en un país donde hubiera esclavitud el gobierno quisiera eliminarla, jamás va poder consensuar con los dueños de los esclavos. Entonces si el gobierno necesita limitar en parte el ingreso de un sector agropecuario, no va a lograr el consenso. En todo caso los va a convencer a regañadientes, pero esperar a que tenga un consenso pleno de esas medidas me parece absurdo. Por eso digo que el Gobierno gobierna, por lo menos en un modelo teórico, atendiendo a las necesidades globales del país y en cambio las entidades sectoriales atienden a una lógica defensa de sus propios intereses sin considerar mayormente las consecuencias sociales.

Esto es lo que sería desde mi punto de vista lo que ocurre en la economía agraria. Ahora, en la economía social o en el marco político general, yo no creo que se pueda hablar de golpismo. Me parece que la relación de fuerzas ahora es muy distinta que antes. Que la sociedad en general vive otro clima y que dista mucho de pensar o aceptar que se pueda dar un golpe. Pero sí creo que se inicia un proceso muy serio, muy inteligente, de deterioro de la imagen del gobierno que puede sí llevar después de un tiempo a un cambio de gobierno, sea por un golpe o sea por elecciones o se lo debilita tanto como para lograr forzarle el brazo e imponerle un cambio de política. Se desprestigia totalmente a un gobierno y luego surge una alternativa de un gobierno, por ejemplo totalmente conservador y la gente incautamente puede ir a votar por ese gobierno. Es decir se puede hacer un golpe electoral en lugar de un golpe militar. Veo que aquí si no se manejan bien las cosas se puede llegar a un enfrentamiento torpe e innecesario de un sector con otro, en que se van insultando recíprocamente y en lugar de argumentar pasan a los insultos y a una acción violenta


En ese sentido creo que también el Gobierno no ha estado prudente porque no ha sabido conservar la serenidad y en lugar de utilizar adjetivos contra los dirigentes agropecuarios debió explicar claramente la situación, por ejemplo presentar modelos de costos que demostraran la gran utilidad que tiene el sector agropecuario y que hacen legítimo que una parte de esos beneficios extraordinarios se dediquen en beneficio del país entero.

Esa misma carencia de elementos objetivos también la presentan las autoridades agropecuarias. Escuchamos todos los días su queja de que pierden plata, que no pueden invertir, etc. pero jamás dan un costo concreto. Lo más que hacen es decir como ha aumentado el precio de los fertilizantes o el precio de otros insumos. Y eso en parte es cierto, pero esos productos que ellos indican constituyen una parte relativamente minoritaria del costo total de producción. Por ejemplo me parece que los fertilizantes más los herbicidas, pueden representar alrededor del 10 % del costo de producción. De manera que aunque dupliquen sus precios, su efecto sobre el costo final es poco y además hay otros rubros que han disminuido enormemente su importancia económica en beneficio del sector agropecuario.

Si estudiamos las relaciones insumo-producto podemos decir algo que es asombroso: en el quinquenio 1997-2001 se necesitaban un poco más de 220 Kgs. de soja para comprar 100 litros de gasoil. Vea que se trata de un elemento muy necesario para una producción agropecuaria y constituye una parte significativa del costo de producción. Hoy en lugar de los doscientos veintipico de kilos de soja para comprar 100 litros de gasoil, se necesitan sólo 3 kilos de soja. Esto da una idea de cómo han cambiado las relaciones y que si bien es cierto que esos otros insumos han aumentado mucho, es cierto también que algunos otros insumos fundamentales no han cambiado.

También podríamos decir que desde el punto de vista social y si es que la memoria no me falla, antes en ese primer período que señalaba se necesitaban 14 quintales de soja para pagar el sueldo mensual de un obrero rural medio y ahora se necesitan sólo 10 quintales, es decir que ha habido una rebaja de casi el 40 %, lo cual nos está diciendo por otra parte que los beneficios derivados de los mayores precios de los granos no se han manifestado en el aspecto social de los trabajadores agropecuarios

Volviendo al tema propósitos de la protesta. No creo que pueda calificarse de golpista a la gente, pero sí de desestabilizadores. No a la gente en su totalidad, sino que hay un grupo que está aprovechando esta circunstancia para que la gente, que está embalada, irritada porque le sacan pesos, entre, sin darse cuenta, en esta corriente desestabilizadora. Y yo que viví unos cuantos años y ví esta película varias veces, me acuerdo de lo qué ocurrió por ejemplo con Illia.

Hace poco se cumplió un aniversario de la muerte de Illia o algo así. Casi todos los periódicos cantaron loas de Illia, pero cuando Illia vivía y era presidente, se lo denigró de todas formas. Se le hizo una campaña muy bien instrumentada de hacerlo aparecer como un hombre irresoluto, etc., la famosa tortuga. Mis hijos, que eran entonces estudiantes secundarios y formaban parte de la juventud, salieron a la calle a protestar porque no había suficiente presupuesto educativo. Las cifras demostraron luego que en ese momento la proporción del presupuesto dedicada a educación era muchísimo más alta que antes. Pero todo eso son elementos de una política muy bien orquestada que transforma a muchos en idiotas útiles de aquellos que los utilizan con fines totalmente distintos de lo que ellos quieren defender. Y así terminan escupiendo al cielo.

Yo no quisiera que ahora se produjera lo mismo. Pienso que el Gobierno tiene un montón de faltas. Políticas activas mal dirigidas y de políticas que no ha dirigido, pero pienso que aunque todo lo que ha hecho estuviera mal y sólo hubiera hecho esto de las retenciones, no habría por qué no apoyarlas.

En todo caso el enorme esfuerzo que se está haciendo en contra de las retenciones se debe utilizar para presionar al Gobierno para que actúe implementando todas esas políticas que hoy faltan. Por eso creo que hay que proceder con bastante tino en cuanto a las posiciones que uno debe tomar ahora. Insisto en que en una actitud crítica con el Gobierno, criticar al Gobierno no es ir contra el Gobierno. Lo digo como institución. Tenemos que tener estoy muy claro y que si no advertimos bien la diferencia podemos estar desestabilizando, no actuando sobre un Gobierno para que cambie sus posiciones, sino desestabilizando a un Gobierno en beneficio de intereses que no son verdaderamente los intereses nacionales

Las entidades integrantes de la Mesa de Enlace reprocharon al gobierno la imposición de un nuevo régimen de retenciones sin previa consulta del sector rural. ¿Cuál es su opinión?



Por dos razones fundamentales yo creo que no corresponde una consulta previa. En primer lugar, un gobierno democrático, si va a cumplir el programa enunciado, no necesita consulta previa, no necesita permiso para gobernar. Dicho en forma más simple: tiene hasta la obligación de cumplir el programa previsto. Puede negociar la forma de instrumentar el programa previsto. Pero no negocia el programa.

En segundo lugar y desde un punto de vista práctico, la implementació n de las retenciones se parece un poco a una devaluación. No es posible estarlo anunciando antes y empezar a conversar sobre los porcentajes de retención porque se desataría una especulación impresionante durante los días en que se trata ese asunto públicamente.

Por eso creo que el otro defecto del gobierno, aparte de no instruir suficientemente, de no explicar suficientemente es, como lo dije antes, que cuando empezaron las grandes resistencias, prácticamente aceptaba esa idea de tener la obligación como gobierno de consensuar, de tener que discutir con una parte, que es el sector agropecuario, como si los representantes del sector fueran equivalentes al gobierno. Creo que los representantes de un sector representan a un sector y no al resto de la economía.

Esto de las retenciones además va mucho más allá de lo que corresponde al sector agropecuario. Tanto como el sector agropecuario pide que se le consulte o que se lo tenga en cuenta, podríamos decir que con el mismo derecho y en las mismas circunstancias toda la industria de transformació n, el transporte, las comunicaciones vinculadas con el agro y fundamentalmente los trabajadores y los consumidores tienen tanto o más derecho para pedir que se los integre a una mesa de discusión, si es que es necesaria la mesa de discusión.

También otro defecto del Gobierno es que no ha establecido claramente su posición y la posición que le corresponde al sector privado.

Recién ahora empieza a establecerse claramente por parte de las autoridades que el Gobierno gobierna y que puede oir y consultar las opiniones, pero es él el que se guarda el poder de decisión. Lo hace recién ahora, después de 10 o 15 días o más desde que se desató el conflicto, cuando prácticamente se lo dejó crecer. Yo digo que si yo ahora a un hijo le dejo hacer todo lo que quiera y de repente me doy cuenta que estoy procediendo mal y empiezo a ponerle límites, me va a ser muy difícil establecerle límites porque lo dejé crecer sin límites. Esta es la actitud irracional que ha tenido el Gobierno: dejar crecer sin límites la oposición de las entidades y luego intentar establecer los verdaderos límites cuando ya era un poco tarde porque se había desatado el conflicto

En la realidad actual y dada la relación de fuerzas existente, que lineamientos de política agropecuaria sugeriría en orden a transformar al sector en palanca de un desarrollo progresista tanto para la propia rama agropecuaria como para el país en su conjunto.


Es absolutamente necesario desarmar toda esta estructura de los fondos de siembra porque crean una estructura social totalmente negativa. Pienso que aunque la productividad, absolutamente económica de esos fondos de siembra, sea mayor que la productividad que puede tener la explotación media, hay con este último todo un beneficio social que en todo caso habría que ver en que forma se contabiliza junto con los costos de producción. Atender sólo al costo de producción y no atender el beneficio social me parece que no es razonable. Por eso digo que aunque la tasa de rentabilidad de esos fondos de siembra pueda ser mayor que los de una explotación mediana, no debe por eso llevarnos a no fomentar las explotaciones medianas ya que las otras provocan un desequilibrio social, provocan una pérdida de importancia de toda la economía que rodea a las explotaciones agropecuarias, de los pueblos del interior y de las ciudades grandes también.

Desde un punto de vista social yo creo que una de las bases de la política debe ser apuntar a robustecer, a aumentar enormemente, lo digo en forma conciente, la importancia de un sector de productores medianos. Y estoy hablando de medianos. No uso la palabra familiar porque la explotación familiar de antaño creo que ya no existe. La explotación familiar de antaño se llamaba así porque ocupaba toda la familia. Los padres y los hijos de una familia que siempre era bastante numerosa, que andaba en alrededor de 5 hijos y era una explotación mediana. Hoy debemos dejar eso de explotación familiar porque ya no trabaja la familia y hablar de la explotación mediana, como hablamos de industria mediana y no de industria familiar.

Esa explotación mediana es necesario robustecerla, dotarla de un crédito integral, de un asesoramiento técnico completo, es decir robustecer más todavía la tarea del INTA no sólo en la investigación, sino en la extensión que es fundamental para que la investigación tenga efecto social e impulsar una política crediticia unida a esa mejora tecnológica. O sea que en lugar de un crédito aislado para sembrar o para cosechar, etc. se de un crédito a las explotaciones que presenten planes racionales de trabajo y a 4 – 5 años de horizonte. En esa forma el crédito de fomento, el crédito integral, contribuiría a perfeccionar la estructura productiva, porque dando créditos aislados para siembra o para cosecha no se sabe si se le da a gente que en realidad está trabajando bien o mal. Se fomentaría una buena estructura productiva, se podría combatir el monocultivo, porque el problema ahora del monocultivo de soja es muy serio, no sólo desde el punto de vista técnico sino desde el punto de vista económico. Es peligroso que toda la economía agropecuaria gire en buena parte alrededor de la soja, porque hoy el precio de la soja es muy alto, pero si mañana bajara sería un descalabro económico total. Si la producción está diversificada eso es mucho menos serio.

Esto desde el punto de vista económico. Desde el punto de vista agronómico ese monocultivo así cerrado es peligrosísimo porque va en detrimento de la conservación del suelo.

¿Cómo se puede romper ese monocultivo sin perjudicar al productor? Se puede hacer. Por ejemplo las retenciones pueden influir en buena parte, porque se aplican retenciones mayores a la soja que a otros cultivos, entonces se fomenta la diversificació n de cultivos.

Con el crédito, distribuido de esa forma mediante planes racionales, se da crédito a aquellas explotaciones que presenten planes de rotación de cultivos, de diversificació n de la producción. Y ese crédito está apoyado en una buena estructura técnica que resulta de un servicio oficial de extensión. Y digo un servicio oficial, porque por ejemplo están los CREA, que era un grupo verdaderamente interesante de apoyo técnico pero propio de las grandes explotaciones, que son los que pueden pagarse el servicio técnico.

No es barato un buen servicio técnico. El asesoramiento individual integral, no está al alcance económico de un chacarero común. Pero me parece que el interés nacional justifica que exista un servicio de extensión oficial que proporcione esa ayuda gratuitamente porque va en beneficio del conjunto de la economía nacional. No se trata de una dádiva, de un regalo que sea fondo perdido para el Estado, sino de una actividad estatal que contribuye poderosamente a aumentar la producción y a mejorar la distribución del ingreso.


Una de las formas rápidas e inmediatas de eliminar los fondos de siembra es una simple modificación de la modificación que se hizo a la ley de arrendamientos. La ley de arrendamientos, la 13.246 del año 1948, era una muy buena ley que entre otras cosas prohibía la continuidad de los contratos por una sola cosecha. Es decir los permitía una sola vez, como una cosa accidental como el que alguna persona tuviera problemas y en ese momento no tuviera más remedio que arrendar su campo para capear una inconveniencia circunstancial. La ley no permitía hacerlo más que por una vez . Después del golpe del 76, durante la dictadura, se modificó ese artículo y se suprimió la prohibición del contrato circunstancial. Eso es lo que da origen y fuerza a los fondos de siembra, que trabajan exclusivamente en tierra arrendada por un solo año porque su política fundamental es mantener la liquidez, utilizar la menor cantidad de capital fijo posible y conservar la agilidad de pasar de un rubro a otro. Con solo volver a la vieja ley, yo creo que desarmamos bastante los fondos de siembra.


La Pcia de Entre Ríos y algunas provincias han pretendido arreglar este asunto gravando la producción de los fondos de siembra, estableciendo un impuesto adicional. Yo creo que esa no es la solución, porque en todo caso los fondos de siembra transferirían ese mayor costo a otros rubros, por ejemplo pagarían menos por el arrendamiento. No se van a eliminar los fondos de siembra por esas medidas impositivas.


Desde luego que no basta con lo que yo apunto, pero creo que esta modificación legislativa es una medida sencilla y fácil de lograr y de efectos prácticamente inmediatos.


Estos serían para mí los puntos fundamentales de la política económica en lo agropecuario. Ello exigiría un conjunto ordenado y coherente de distintas leyes, porque también hay que ver la eficiencia de todo lo que ocurre de la tranquera hacia afuera. Nosotros tenemos un extraordinario beneficio, una extraordinaria ventaja diferencial respecto de otros países. Es la derivada de la productividad natural de nuestro suelo que beneficia al empresario y por más eficiencia empresaria que hubiera, no podríamos obtener costos de producción inferiores a EE.UU., por ejemplo, si no tuviéramos esta ventaja natural. Pero es una ventaja natural que se pierden en buena medida por la ineficiencia de lo que ocurre de las tranqueras para afuera.

De tranquera para adentro se puede mejorar mucho la producción. Aparte de que se han producido mejoras, se pueden introducir otras por ejemplo en la ganadería. Pero de tranqueras afuera, tenemos en primer lugar el transporte.

Una de las tantas locuras que se derivaron de las políticas de los 90 es la desaparición del FF.CC. Ha quedado reducido a una cosa esquelética, con muchos menos kilómetros de vía que antes. El FF.CC. es la forma más económica del traslado de los granos. Eso o la vía fluvial. Pero por su propia idioscincracia el transporte por camión es la forma más costosa de transporte. Sin embargo estamos transportando el grueso de la cosecha por camión y estamos perdiendo buena parte de la ventaja competitiva.

La otra cosa es la industria de transformació n. Ahora felizmente buena parte de la producción agropecuaria, en el caso específico de la soja y del girasol, se exporta o se consume como aceite y sus derivados y eso genera una industria que conviene tener y hacer crecer. Pero también es necesario desarrollar los restantes sectores industriales que no son todo lo bueno que deberían ser.

Y también es necesario aumentar la eficiencia del proceso de comercializació n, especialmente en los granos, no tanto en las carnes. Las etapas finales de la comercializació n están en manos de unas pocas empresas. Ocho empresas, no mucho más, concentran el grueso de la exportación de granos y eso les da un poder de negociación que encarece notablemente los costos totales. Porque esas empresas no son entidades de beneficencia y absorben una parte mayor que la estrictamente necesaria de la diferencia que existe entre el precio final y el precio que se le paga al productor agropecuario.

Esto es más que evidente y más de una vez la vieja JNG, que desapareció en los ´90 al compás de la política de retracción del Estado y sin que los productores la apoyaran lo suficiente, más de una vez repito publicó cifras que fueron muy poco difundidas por los diarios y muy poco difundidas por los propios productores, mostrando como las grandes empresas comercializadoras privadas daban menos beneficios a los productores que la comercializació n que efectuaba la propia Junta.

Si vemos la literatura tradicional de todos estos tiempos vamos a ver siempre esa glorificación de la actividad privada que se justifica con su eficiencia, con que emplea menos gente. Y puede ser que eso sea así, pero emplea menos gente y es más eficiente para su propio beneficio, no para el beneficio nacional.

Resulta que una de las causas de la privatización de los FF.CC. era que sus pérdidas insumían millones de dólares pero ahora gastamos muchos más millones en subsidios pero para una red mucho más pequeña y más ineficiente. Entonces creo que tenemos que reflexionar mucho sobre todo eso y utilizar la triste experiencia pasada para ver que terrenos estamos pisando.

Bueno habría muchas otras cosas más como rectoras de una política agropecuaria pero creo que con esto habría bastante para actuar. Solamente con corregir esas cosas, aún sin corregir otras, me parece que es esencial

Que opinión le merece la eventual restauración de un IAPI o una Junta de Granos que asegure una determinada rentabilidad al productor y se constituya en la estructura oficial de compra y de venta al interior y exterior del país.


La implementació n de las retenciones, como vimos, apunta a disociar los precios internos de los internacionales, con el agregado de instrumentar mecanismos para diferenciar a productores grandes de los chicos, Apuntando a esos objetivos yo creo que la solución integral es justamente que el Estado sea el comercializador. Compra el grano a un precio que establece, que tenga una suficiente rentabilidad para el productor, diferenciándolo por zonas y exporta el grano al precio que más convenga de acuerdo con los precios internacionales. El margen - chico o grande - lo utiliza el Estado en beneficio de un plan global de desarrollo económico.

Esa para mi es la solución ideal. Pero en este momento no se si existe la fuerza política para llevarla a cabo y tampoco estoy seguro del deseo político de llevarlo a cabo. Pero para mi es la solución integral y sería mucho mejor que las retenciones.

¿En donde radicarían las complicaciones para reestablecer esas entidades?


No las veo desde el punto de vista instrumental. Lo lamentable es que se ha perdido buena parte de la estructura y del personal que el Estado tenía. Es decir que si reconstituimos la JNG , como la JNC y otras entidades con el mismo fin, no va a ser fácil que de inmediato entren a actuar en forma verdaderamente racional porque hay un problema estructural. Puedo crear un organismo por un decreto pero integrarlo con personal suficientemente capacitado no puedo hacerlo de un día para otro.

Si esto se hubiera hecho al poco tiempo de desarmadas las Juntas, hubiera sido más fácil. Ahora después de tantos años se supone que la gente que se capacitó se fue a otros lados o simplemente se murió. Por eso aunque soy partidario de ese régimen, también señalo que no hay que hacerse ilusiones que instauramos una Junta de Granos y al año siguiente funciona perfectamente con los objetivos que tenemos nosotros. Posiblemente tenga muchos tropiezos y hay que tener cuidado porque esos tropiezos van a ser utilizados para mostrar.. “ven que es absolutamente ineficiente el Estado”

¿En quién habría que apoyarse, a quién habría que ganar, con qué fuerzas habría que contar para una política de transformación con sentido progresista?

Este es un tema importante. Yo desde que me recibí empecé a estudiar la economía. Esto no quiere decir que sepa mucho, pero sí que he vivido muchas circunstancias y mi conclusión actual a la luz de lo que pude pensar y de la experiencia que fui recogiendo es la siguiente: el sector agropecuario, precisamente porque se moderniza, va a tener ocupando cada vez a menos gente y entonces desde el punto de vista del producto bruto va a ir teniendo menor participación. Actualmente creo que debe andar en el 4 al 5% del producto global, lo cual no quiere decir que no tenga incidencia en los otros sectores y en el caso de la ocupación puede ser que esté alrededor del 10 %. Es decir, demográficamente hablando, o sea políticamente hablando por ejemplo de gente, el sector agropecuario es minoritario. Lo cual no quiere decir que el sector no agropecuario pueda hacer lo que quiera. Pero pienso que la solución de los problemas agrarios – no se si parece muy arbitrario – hoy está en buena parte en manos ajenas al sector agropecuario. Porque el sector agropecuario se ha ido encerrando tradicionalmente en esa idea de que “bueno,….. los productores agropecuarios son esa esforzada gente que trabaja todo el año, de la mañana a la noche y trabaja por apoyar al país y no por lograr un lucro personal”. Yo no creo que sea ningún desdoro trabajar por el lucro. Lo que me parece que no es razonable trabajar por el lucro y presentarse como el santo que trabaja sólo por el interés nacional.

Lamentablemente como todo eso ha ido creciendo y todavía se ve ahora, si leemos cualquiera de las declaraciones, los discursos e incluso los editoriales de muchos diarios, estamos en la misma. ¡ Ah, ..ese esforzado productor agropecuario…. | En realidad el productor agropecuario de hoy, excepto en el caso de tambero, por ejemplo, de los obreros tamberos, no del patrón, se levanta a las 8-9 de la mañana, se desayuna como cualquier gente urbana o más. Yo no me opongo a que haya habido esa mejora. Lo que digo es que no es legítimo utilizar viejos conceptos para presentarse actualmente como santos

Todo esto me lleva a la conclusión que los miembros del sector agropecuario se han ido deformando y no ha habido una educación suficiente para hacerlos recapacitar sobre que sus exigencia actuales no están muy de acuerdo con las exigencias nacionales.

En buena medida toda esta legislación que yo señalaba, a lo mejor no goza de mayor simpatía en el sector agropecuario pero desde un punto de vista democrático creo que es lógico que la mayoría imponga su pensamiento. Felizmente en este caso, si el sector agropecuario no tiene la suficiente racionalidad creo que la gran masa no agropecuaria puede con su voto hacer que llegue al gobierno gente que no sea cerradamente agropecuaria. Y yo que soy ingeniero agrónomo no creo como muchos de mis colegas que la profesión de agrónomo sea la mejor del país ni que la economía agropecuaria sea lo único que mueve al país. Creo firmemente que un país progresa cuando la economía agropecuaria crece, pero en términos porcentuales cada vez menos, porque hay un mayor desarrollo industrial y de servicios que es el que más contribuye a un verdadero, prolongado y continuo progreso de la economía


Producto de aquella deformación es la creencia de muchos que los chacareros son santos, que son artífices de la economía nacional, que son la Patria. Y lo dicen sinceramente. Creo que están honestamente deformados. Se lo han metido en la cabeza. Gente que ha nacido y que ha vivido en un ambiente y leído que son los esforzados salvadores de la Patria , lo asimilan y se viven a sí mismo como tal cosa. Entonces la cuestión es convencerlos racionalmente de que están equivocados y no tratarlos como enemigos de la Patria. No son los dueños de la Patria. Tampoco son los enemigos de la Patria. Son gente que ha tenido una educación y un proceso cultural que los deformó


Buenos Aires, 18/06/ 2008


*Profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires y uno de los mayores especialistas en política agropecuaria. . Fue presidente del INTA, Director del Centro de Investigaciones Económicas y Financieras de la CGE, Director del Banco de la Nación Argentina y Secretario de Agricultura durante la gestión de José B. Gelbard al frente del Ministerio de Economía durante las presidencias de Héctor Cámpora y Juan D. Perón. Horacio Giberti fue presidente del IADE, actual Presidente honorario y actualmente preside el Consejo Editorial de la revista Realidad Económica.


**Contador Público y Magister en Economía. Miembro del Consejo Editorial de Tesis 11


Link a la nota:
http://www.iade.org.ar/modules/noticias/article.php?storyid=2490

lunes, 10 de agosto de 2009

El Legado de Giberti


Hoy, nuevamente nota de Pagina/12 (no tengo un fanatismo por el mismo, pero es el que, a mi parecer, presenta notas con un tono editorial más interesantes... se aceptan aportes!!!)

El legado de Giberti

La nacionalización del comercio de carnes y granos fue uno de los proyectos de Horacio Giberti cuando estuvo al frente de la Secretaría de Agricultura y Ganadería en 1973/74.
Por Federico Bernal para CASH, Página/12

A la luz del conflicto entre el gobierno nacional y la oligarquía agropecuaria de la Pampa húmeda, nada más apropiado que rendirle homenaje al ingeniero Horacio Giberti, pero invocando los conceptos que una y otra vez se esmeró por colocar en el centro del debate: reforma agraria, tenencia y concentración de la tierra, atraso estructural de la producción nacional, transferencia de renta del agro al sector industrial, nacionalización del comercio de carnes y granos. A propósito, nada mejor y más oportuno pues que sancionar la ley 20.573/73, derogada por el gobierno de facto en 1976.

La ley citada, elaborada por el equipo dirigido por Horacio Giberti al frente de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (1973/74), fue apoyada por la FAA y rechazada por la SRA, Carbap y CRA. En su artículo 1º, la Ley de Comercialización de granos y otros productos agrícolas dispuso: “La comercialización de la producción nacional de granos y otros productos agrícolas y sus productos y subproductos de la industrialización primaria, estará a cargo del Estado Nacional, cuando el Poder Ejecutivo lo disponga, con carácter exclusivo y excluyente a través de la Junta Nacional de Granos (...)”. En su artículo 3º, dispuso asimismo que la JNG podrá actuar en actividad competitiva en el mercado interno y externo: “(...) para propender a su abastecimiento, consumo y abaratamiento [del mercado interno] y al cumplimiento de convenios internacionales, a la ampliación de las exportaciones y diversificación de mercados, como a la defensa de los precios”. En su artículo 9º, la JNG quedaba facultada para “(...) constituir, promover o participar en la constitución de empresas del Estado, sociedades anónimas con participación mayoritaria estatal, sociedades de propiedad del Estado, asociarse con las existentes o desarrollar servicios propios para la comercialización de los productos y subproductos de su competencia”. En su artículo 47º, declaraba sujetos a las facultades de dirección, control e intervención de la JNG (entre cuyas atribuciones reglamentadas por la propia entidad figuraban la de aprobar las tarifas, la de asumir la prestación directa en casos de emergencia y la de aplicar sanciones y aun revocar concesiones) a: “(...) Los concesionarios del servicio público de elevadores, silos y depósitos”.

La ley 20.573 mereció la siguiente opinión de la SRA y Carbap: “Creemos necesario dejar aclarada la grave responsabilidad que le cabe al equipo económico saliente (renuncia de Giberti y su gente al frente de la Secretaría), al orquestar una política de total desaliento para la producción agropecuaria, crear las condiciones para la liquidación ganadera e impedir que el país pudiera aprovechar las brillantes oportunidades que se le presentaban en el mercado internacional de productos agrícolas. Se pretendió instrumentar sistemas reñidos con nuestro ser nacional que, al introducir la inestabilidad e inseguridad en el propietario de la tierra, hubieran terminado definitivamente con el aporte efectivo y potencial que el agro puede y debe dar al desarrollo económico y social de la República Argentina” (Anales SRA, diciembre de 1974:5. Citado por Carlos A. Makler en Las corporaciones agropecuarias ante la política agraria peronista (1973/74). Universidad Nacional de Quilmes, Mayo de 2005). La ley 20.573 fue derogada el 5 de abril de 1976 por el decreto-ley 21.288, restableciendo el decreto-ley 6698/63.

Parafraseando a Giberti en la ley sancionada por su cartera, la ley 21.288 firmada por Martínez de Hoz y Videla podrá declararse inconstitucional “cuando el Poder Ejecutivo lo disponga”, decisión que obviamente conducirá a la derogación del decreto-ley Nº 6698 del 9 de agosto de 1963, igualmente sancionado por otro gobierno de facto. Cabe destacar que este decreto también lleva la estampa del emblemático ministro de Economía de la última dictadura. La disolución de la JNG comenzó en 1991 con el decreto de Desregulación Económica y Reforma Fiscal, para dar por concluidas sus funciones con la resolución 356 de 1995.


Link a la nota: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-3984-2009-08-10.html

sábado, 8 de agosto de 2009

Perón: Sinfonía de un sentimiento


Un fascinante documental realizado por Leonardo Favio. Más allá del toque estético bien propio del director (que a muchos puede o no gustarle), el documental narra el ascenso del peronismo, su década de gloria y su posterior epopeya, tanto en el exilio del lider como en la resistencia de los que se quedaron a jugársela.
Un poco largo, me dirá Ud: es que estamos hablando del Peronismo, muchachos. Y la verdad que cinco horas para resumir 30 años de la historia del mayor movimiento de masas que tuvo este país... suena hasta poco!

Recomiendo prestar mucha atención, en los primeros capítulos, a las realizaciones de los gobiernos de Perón. Estamos muy acostumbrados a oír una cosa o la otra, pero poco sabemos en contante y sonante cual fue la obra de PErón. Este documental lo deja bien clarito.

En fin, pueden descargarlo directamente de los links que aparecen en este pots de Taringa:

http://www.taringa.net/posts/downloads/2824167/Peron-Sinfonia-del-Sentimiento-(Completo).html

Sin lugar a dudas, una joyita. Habrá q esperar pa que se haga uno similar de los siguientes 30 años...

El tóxico de Uribe

Aquí, más al respecto sobre el trampolín militar de EEUU sobre America Latina, de la mano de Uribe.

El tóxico de Uribe
Por Atilio A. Boron para Página/12

¿Qué pretende Uribe con su frenética gira por América? Nada menos que vender una iniciativa tóxica, para utilizar el lenguaje impuesto por la crisis capitalista: justificar la escalada de la ofensiva militar del imperio con el propósito de revertir los cambios que en los últimos años alteraron la fisonomía sociopolítica de la región. Ante esta desconcertante realidad, la táctica de la Casa Blanca ha sido abandonar la retórica belicista de Bush y ensayar un discurso igualitarista y respetuoso de la soberanía de los países del área, pero desplegando nuevas bases militares, manteniendo la Cuarta Flota y fortaleciendo sin pausa al Comando Sur.

En este sentido, Barack Obama, a quien los perpetuamente desorientados “progres” europeos y latinoamericanos continúan confundiendo con Malcolm X, está siguiendo al pie de la letra los consejos de Theodore Roosevelt, el padre de la gran expansión imperialista norteamericana en el Caribe y Centroamérica, cuando dijera “speak softly and carry a big stick”, es decir, “habla bajito pero lleva un gran garrote”. Roosevelt fue un maestro consumado en aplicar esa máxima a la hora de construir el canal de Panamá y lograr, con la infame Enmienda Platt, la práctica anexión de Cuba a los Estados Unidos. Con su política de remilitarización forzada de la política exterior hacia América latina y el Caribe Obama se interna por el camino trazado por su predecesor.

La justificación que Uribe esgrime en apoyo de su decisión de conceder a las fuerzas armadas de Estados Unidos siete bases militares es que de esa manera se amplía la cooperación con el país del Norte para librar un eficaz combate contra el narcotráfico y el terrorismo. Excusa insostenible a la luz de la experiencia: según una agencia especializada de las Naciones Unidas los dos países donde más creció la producción y exportación de amapola y coca son Afganistán y Colombia, ambos bajo una suerte de ocupación militar norteamericana. Y si algo enseña la historia del último medio siglo de Colombia es la incapacidad para resolver el desafío planteado por las FARC por la vía militar. Pese a ello el general Freddy Padilla de León –quien gusta decir que morir en combate “es un honor sublime”– anunció días pasados en Bogotá que las siete bases estarían localizadas en Larandia y en Apiay (ambas en el Oriente colombiano); en Tolemaida y en Palanquero (en el centro de Colombia); en Malambo (sobre el Atlántico, en la costa norte); en Cartagena, sobre el Caribe colombiano y la séptima en un lugar aún no determinado de la costa del Pacífico. El Congreso de Estados Unidos ya aprobó la suma de 46 millones de dólares para instalar su personal y sus equipos bélicos y de monitoreo en estas nuevas bases con el objeto de reemplazar las instalaciones que tenía en Manta. En la actualidad ya hay en Colombia 800 hombres de las fuerzas armadas de Estados Unidos y 600 “contratistas civiles” (en realidad, mercenarios) pero los analistas coinciden en señalar que la cifra real es mucho más elevada que la oficialmente reconocida.

No hace falta ser un experto militar para comprobar que con la entrega de estas bases Venezuela queda completamente rodeada, sometida al acoso permanente de las tropas del imperio estacionadas en Colombia, amén de las nativas y los “paramilitares”. A ello habría que agregar el apoyo que aportan en esta ofensiva en contra de la Revolución Bolivariana las bases norteamericanas en Aruba, Curaçao y Guantánamo; la de Palmerolas, en Honduras; y la Cuarta Flota que dispone de suficientes recursos para patrullar efectivamente todo el litoral venezolano. Pero no sólo Chávez está amenazado: también Correa y Evo Morales quedan en la mira del imperio si se tiene en cuenta que Alan García en Perú arde en deseos de ofrecer “una prueba de amor” al ocupante de la Casa Blanca otorgándole facilidades para sus tropas. En Paraguay, Estados Unidos se aseguró el control de la estratégica base de Mariscal Estigarribia –situada a menos de cien kilómetros de la frontera con Bolivia– y que cuenta con una de las pistas de aviación más extensas y resistentes de Sudamérica, apta para recibir los gigantescos aviones de transporte de tanques, aviones y armamento pesado de todo tipo que utiliza el Pentágono. También en ese país dispone de una enorme base en Pedro Juan Caballero, ¡localizada a 200 metros de la frontera con Brasil!, pero según Washington pertenece a la DEA y tiene como finalidad luchar contra el narcotráfico. La amenaza que representa esta expansión sin precedentes del poder militar norteamericano en Sudamérica no pasó desapercibida para Brasil, que sabe de las ambiciones que Estados Unidos guarda en relación a la Amazonía, región que “puertas adentro” los estrategas imperiales consideran como un territorio vacío, de libre acceso, y que será ocupado por quien tecnológicamente tenga la capacidad de hacerlo.

Ante estas amenazas los países sudamericanos tienen que reaccionar con mucha firmeza, exigiéndole a Estados Unidos archivar sus planes belicistas en Colombia, desmilitarizar América latina y el Caribe y desactivar la Cuarta Flota. La retórica “dialoguista” de Obama es incongruente con la existencia de semejantes amenazas, y si quiere lograr un mínimo de credibilidad internacional debería ya mismo dar instrucciones para dar marcha atrás con estas iniciativas. Por su parte, los gobiernos de la región nucleados en la Unasur y el Consejo Sudamericano de Defensa deberían hacer oídos sordos ante las falacias de Uribe y pasar del plano de la retórica y la indignación moral al más concreto de la política, impulsando algunos gestos bien efectivos: por ejemplo, ordenando el inmediato retiro de las misiones militares y los uniformados estacionados en nuestros países mientras no se reviertan aquellas políticas. De ese modo el mensaje de rechazo y repudio al “militarismo pentagonista” –como precozmente lo bautizara un gran latinoamericano, Juan Bosch– llegaría claro y potente a los oídos de sus destinatarios en Washington. Las súplicas y exhortaciones, en cambio, no harían sino exacerbar las ambiciones del imperialismo.


Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/subnotas/129623-41701-2009-08-08.html

viernes, 7 de agosto de 2009

¿Bye bye Consejo Sudamericano de Defensa?



Otra interesante nota de Página/12, esta vez más actual:


¿Bye bye Consejo Sudamericano de Defensa?
Por Juan Gabriel Tokatlian * para Página/12

Todo indica que Estados Unidos podrá utilizar varias bases militares en Colombia. El acuerdo, a sellarse próximamente, se ha presentado en Bogotá como continuación y complemento de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, y en Washington como sustitución de la base de Manta, en Ecuador –que EE.UU. debe abandonar este año–, y como localizaciones para llevar a cabo “operaciones contingentes, logística y entrenamiento”, de acuerdo al lenguaje del Pentágono.

Visto desde la situación concreta de Colombia, no existe ningún interés nacional en juego en este tema: los avances del Estado frente a los distintos actores armados han sido relevantes; los vecinos ideológicamente más antagónicos no han usado ni amenazan usar la fuerza contra el país; los vecinos más comprensibles con la situación interna no agreden a Colombia ni insinúan hacerlo; las naciones de Sudamérica no han mostrado conductas oportunistas –avanzar sus propios objetivos en desmedro de los nacionales– contra Bogotá ni antes ni ahora; y el hemisferio en su conjunto está procurando dejar atrás la dinámica costosa y agresiva de la Guerra Fría.

Sin embargo, el nuevo compromiso bilateral puede analizarse y evaluarse desde otras perspectivas. Una de ellas es desde la óptica de Estados Unidos y desde el prisma de la geopolítica global y regional. En ese sentido, hay un conjunto de presupuestos básicos que no se han alterado con la llegada al gobierno del presidente Barack Obama.

- En las últimas dos décadas –y en particular, después del 11-S– se ha producido un desbalance notable entre el componente militar y el componente diplomático en la política exterior de Estados Unidos. La militarización de la estrategia internacional de Washington ha implicado un desproporcionado gasto en defensa –en relación con cualquier potencial adversario individual o hipotética coalición de desafiantes, y en comparación a lo destinado a la diplomacia convencional–, una desmesurada y peligrosa preponderancia burocrática en el proceso de toma de decisiones, y una ascendente autonomía frente a los civiles en la política pública del país.

- En ese contexto, desde mediados de los noventa el Comando Sur se ha ido transformando en el etnarca militar de Estados Unidos para el Caribe y América latina. Estacionado en la Florida, el Comando Sur tiende a comportarse como el principal interlocutor de los gobiernos del área y el articulador cardinal de la política exterior y de defensa estadounidense para la región. El perfil proconsular del Comando Sur se observa y comprueba mediante el análisis empírico del vasto conjunto de iniciativas, acciones, desembolsos, ejercicios, datos y manifestaciones que diseña y ejecuta en torno de las relaciones continentales. El restablecimiento de la IV Flota es apenas uno de los últimos indicadores de una ambiciosa expansión militar en la región que no contó con ningún cuestionamiento del Departamento de Estado ni de la Casa Blanca.

- En ese sentido, el uso de varias instalaciones militares en Colombia le facilita al Comando Sur lograr parte de su proyecto proconsular: ir facilitando –naturalizando– la aceptación en el área de un potencial Estado gendarme en el centro de América del Sur. El mensaje principal es para Brasil y no para Venezuela. Más allá de las coincidencias políticas y de negocios entre Brasilia y Washington, Estados Unidos buscará restringir al máximo la capacidad de Brasil en el terreno militar y buscará acrecentar su propia proyección de poder en la Amazonia.

Ahora bien, con una simple maniobra diplomática Estados Unidos demostró que el recientemente creado Consejo Sudamericano de Defensa (CSD) de inspiración brasileña es, hasta ahora, un tigre de papel. América del Sur, una región donde no existen amenazas letales a la seguridad estadounidense, no hay países que proliferen nuclearmente, no se divisan terroristas transnacionales de alcance global que operen contra intereses de Washington, es una de las más pacíficas del mundo, tiene regímenes democráticos en todos los países y posee, conjuntamente, un bajo nivel de antiamericanismo, no podrá discutir por qué Estados Unidos necesita usar bases militares de Colombia. Ni Bogotá acepta debatir el tema –y de allí el despliegue de diplomacia presidencial bilateral de estos días del presidente Alvaro Uribe– ni Washington necesita explicar su política a la región. En todo caso, el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, el general retirado James Jones (foto), ya visitó Brasilia y le informó al gobierno del presidente Lula la decisión de su gobierno.

En la medida en que América del Sur siga creando instituciones que no pueden abordar los temas centrales de la región, resultará evidente su nivel de fragmentación y su incapacidad de asumir los desafíos principales del área. Caracas y aun Brasilia pueden vivir con ello; para Argentina es funesto. Dado que Buenos Aires no es un interlocutor clave (ya sea por amistad u oposición) de Washington, carece de una visión estratégica desde hace años, ha perdido influencia en Sudamérica y no aporta a una mejor institucionalización regional. La situación del país es todavía más delicada: el fallido nacimiento del CSD es muy costoso para Argentina.

* Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Di Tella y miembro del Club Político Argentino.

Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-129553-2009-08-07.html

miércoles, 5 de agosto de 2009

El “fin de la historia” y las encrucijadas del presente

Comparto con uds esta nota aparecida ya hace un tiempo en Página/12.

El “fin de la historia” y las encrucijadas del presente
Por Ricardo Forster para Pagina/12

Durante la década de los ’90 proliferaron los anuncios del fin de la historia y de la muerte de las ideologías. Francis Fukuyama, aquel empleado norteamericano-japonés del Departamento de Estado, escribió, teniendo como telón de fondo la caída del Muro de Berlín y la agonía de la Unión Soviética, un artículo que recorrió las geografías más distantes del planeta y en el que, declarándose heredero de Hegel, confirmaba que estábamos asistiendo al entierro de una época del mundo dominada por la lógica del conflicto, para dejar paso a la entrada en la era de la expansión ilimitada y definitiva del mercado y de la democracia liberal. Fukuyama realizaba unas extrañas piruetas teóricas para apuntalar su visión del fin de la historia; para ello recurría a un poco conocido, al menos fuera de los círculos intelectuales, filósofo ruso-francés llamado Alexander Kojève, quien a lo largo de unos seminarios dictados en el París de los años ’30 interpretaba de un modo harto original a Hegel, inscribiéndolo en esa perspectiva que anunciaba la llegada de un tiempo caracterizado por el reinado de la razón burguesa expandida hacia todos los confines. Lo que en Hegel era una compleja reflexión sobre la travesía del Espíritu Absoluto en la época de la Revolución Francesa y de la expansión napoleónica, y en Kojève una ardua y genial relectura del filósofo alemán a la luz de los acontecimientos de principios de siglo XX signados por la guerra, la revolución social y el ascenso de los fascismos, en el empleado del Departamento de Estado era la apología del libre mercado y de la función imperial norteamericana como punto de cierre de la historia y de sus vicisitudes.

Fukuyama desplegó su hipótesis del fin de la historia en el momento de la hegemonía neoconservadora, en esos años finales de la década del ’80 dominados por la figura bifronte y reaccionaria de Reagan y Thatcher, quienes vinieron a expresar un gravísimo giro del capitalismo que iniciaba el crepúsculo de su era bienestarista para introducirse de lleno en su etapa especulativo-financiera, esa que ha entrado en una crisis casi terminal en 2008, arrasando las expectativas neoliberales y reintroduciendo ideas y prácticas supuestamente arrojadas a los sótanos de una historia clausurada. Para Fukuyama, el final del mundo bipolar traía como resultado la evaporación de cualquier alternativa viable a la hegemonía del capitalismo, creando a su vez las condiciones para un despliegue inmisericorde y salvaje de la especulación financiera que venía a poner en evidencia que la nueva forma de acumulación ya no pasaría necesariamente por la esfera productiva. Entramos de lleno en la era de los flujos financieros, de los paraísos fiscales, de los planes de ajuste recetados por el FMI a los gobiernos del Tercer Mundo y del desmantelamiento del Estado como instrumento de control y regulación de ese mismo capital que ahora se preparaba para zambullirse en las aguas de la más absoluta de las especulaciones. Se trataba de cantar loas a una globalización que permitía la libre circulación de las mercancías, pero que clausuraba a cal y canto las fronteras de los países ricos para que entraran hombres y mujeres, en especial aquellos que provenían de las regiones más pobres del planeta y que buscaban huir de la miseria extrema generada por esas mismas políticas neoliberales. El fin de la historia venía de la mano con el triunfo, aparentemente irrefrenable, de un capitalismo despojado de cualquier eufemismo a la hora de exaltar como el bien supremo de la humanidad a la riqueza y a sus detentadores. La apología de los “ricos y famosos” se convirtió en el nuevo modelo de una ciudadanía restringida.

Pero esa época dominada por la retórica del fin de la historia y la muerte de las ideologías no tuvo sólo consecuencias económicas devastadoras principalmente para los países periféricos, multiplicando la pobreza y la marginalidad y acrecentando el proceso de concentración de la riqueza, sino que también, y de un modo radical y decisivo, desplegó aquello que podría ser denominado como una profunda revolución cultural que logró naturalizar su propia visión del mundo, arrasando con tradiciones e identidades político-culturales que quedaron reducidas a ser piezas del museo de la historia, restos arqueológicos de un pasado definitivamente cerrado a nuestras espaldas. El giro cultural-simbólico se hizo aprovechando el advenimiento de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, tecnologías que, de la mano de las grandes corporaciones mediáticas, fueron imprimiéndoles a la vida de las personas nuevas significaciones. El gigantesco esfuerzo ideológico (aunque esta palabra estaba prohibida en el diccionario de los neoconservadores) apuntó a horadar el sentido común hasta adecuarlo a la construcción de nuevos imaginarios y nuevos modos de producción de la subjetividad que quedarían asociados a las demandas y exigencias del mercado, transformado ahora en la verdad última y revelada de la vida social.

No se trató, por lo tanto, pura y exclusivamente de un giro económico ultraliberal capaz de reconfigurar el conjunto de las relaciones internacionales a partir del paradigma del libre mercado y de la lucha frontal contra toda forma de proteccionismo (claro que eso no dejó de ser una imposición hecha a los países pobres mientras fue apenas un gesto retórico en los países ricos que mantuvieron a rajatabla sus políticas proteccionistas); se trató, antes bien, de una transformación que involucró los núcleos duros de la economía del capitalismo junto con una intensa mutación de las prácticas sociales y culturales de la mano de los lenguajes de la industria del espectáculo y de la información que, herederas de la vieja usina hollywoodense –en especial la que proyectó sobre las geografías más distantes el sueño estadounidense y su estilo de vida– e incorporando las enseñanzas extraídas de la apropiación que el fascismo hizo de las tecnologías audiovisuales como ejes de su ejercicio propagandístico, supieron incidir en la producción de una nueva manera de concebir el mundo y la vida, penetrando hasta el fondo mismo de las conciencias de época.

Comprender el giro neoliberal es salirse de la simple constatación de aquello que se modificó en el plano de la realidad material para penetrar en aquellos ámbitos de la vida privada y de la fabricación de valores y modelos paradigmáticos, desentrañando la decisiva importancia que, en esa construcción novedosa, en tanto generalizada y hegemónica, tuvieron los medios de comunicación. Es inimaginable el mapa de las últimas décadas desprendido de los lenguajes comunicacionales. En el tiempo de la desideologización y de la neutralización de la política transformada en lenguaje empresarial y puramente administrativo, el eje articulador de sentido, la argamasa con la que sellar los bloques de la dominación, pasó de las viejas estructuras político-ideológicas, lo que tradicionalmente se llamaron los partidos políticos, a la máquina comunicacional-informativa que se convirtió, a partir de ese giro económico-cultural, en garante de la reproducción del sistema y de su lógica.

Lo que en el comienzo de los años ’60 Guy Débord definió como la “sociedad del espectáculo”, acabó siendo lo más propio y decisivo de nuestra propia época, el eje alrededor del cual giró la mayor parte de la vida y el ámbito principal a la hora de producir nuevas formas de la sensibilidad adaptadas a las necesidades de un capitalismo en vías de metamorfosis. Devaluadas las derechas tradicionales, astilladas las estructuras partidarias de representación, debilitadas las formas conservadoras emanadas de las retóricas moralizantes de las instituciones religiosas, fueron las corporaciones mediáticas, las grandes empresas del espectáculo y de la comunicación, las que asumieron la enorme tarea de generar una nueva “opinión pública” capaz de sentirse identificada con los valores emanados de la forma neoliberal que asumió el capitalismo contemporáneo.

La alquimia entre mercado, valores hiperindividualistas, espectacularización mediática, fragmentación social, privatización generalizada y desintegración de lo público posibilitó, entre otras cosas, que un modelo inédito en su capacidad de generar desigualdad e injusticia acabase convirtiéndose en referencia ineludible y verdadera de una sociedad capturada por las más diversas formas del prejuicio y la sospecha. Tal vez por eso resulte tan arduo modificar usos y costumbres a la hora de buscar alternativas a un modelo que, si bien hace agua por todos lados, sigue habitando el fondo de las conciencias hasta el punto de oscurecer cualquier vía de salida. Nada más difícil que ir contra el sentido común, que intentar romper la hegemonía del discurso neoliberal que viene desplegando “su imagen del mundo” desde hace varias décadas. Nada más complejo y desafiante que poner en cuestión aquello que nos habita y que se despliega entre los pliegues de nuestra cotidianidad hasta el punto de volverse indiscernible de lo que pensamos e imaginamos. Nada más arduo que ejercer la crítica contra nosotros mismos, en especial cuando esa crítica tiene como destino permitirnos ver de otro modo aquello que está aconteciendo alrededor nuestro. De eso mismo que no podemos ver allí donde seguimos capturados por un “sentido común” que transforma en impostura y ficción aquello que, en nuestro país, y desde mayo de 2003 viene pujando, con enormes dificultades y contradicciones, por doblegar el mandato neoliberal y su prolongación en esas nuevas derechas que hoy se ofrecen, a través de la corporación mediática, como los representantes de una genuina República “democrática” afirmada en la lógica de la rentabilidad de unos pocos, esos mismos que, sin decirlo, desean regresar a ese armonioso fin de la historia que, entre no-sotros, habitó la década del ’90.

Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-125109-2009-05-18.html



Espero les resulte interesante!

¡Largamos!

El titulo de este blog hace referencia a una famosa frase de Hipólito Yrigoyen, de la cual tomó su nombre uno de los grupos de mayor trascendecia ideológica en este país: FORJA. La Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina trascendió su origen yrigoyenista, radical si se quiere, para convertir su ideario nacional y popular en una tremenda contribución al siguiente y más grandiso movimiento de masas que floreció en nuestra Patria: el Peronismo.
Pero no se quedó allí. Si bien desaparece como entidad con el ascenso de Perón, su discurso prosiguió penetrando, como el agua en la tierra, en las mentes de muchos argentinos; regando las raíces de la conciencia nacional, haciéndola fuerte y dándole elementos que le permitieran crecer en la mente y corazón de varias generaciones.

Y sin embargo, este blog no intenta reflotar FORJA. Ese movimiento tuvo su momento, en respuesta a su circunstancia histórica. Hoy las cosas han cambiado (aunque tristemente el trasfondo siga siendo el mismo). Han cambiado los actores, pero la comedia (o la tragedia, diría yo) sigue presentadose desde hace siglos como novedad, y todos la compramos como tal. Nuestro deber no es golpear un viejo discurso con otro, sino aprender del espíritu de esos hombres, para que la fuerza que los empujó todo el camino nos lleve a nosotros ahora hacia nuestra tan ansiada meta: la Patria Grande, la Argentina Libre (no liberal).

Como dije, han cambiado los actores. Y sin embargo, más allá de que papel le toca a quien, la obra en cartel sigue siendo la misma, y su nombre figura en grandes letras en la marquesina (aunque muchos decidan no verlo): SOMOS UNA COLONIA.

Es por ello, que al discurso colonial de siempre (ese con el que la inteligentzia ha vuelto a arremeter desde los '90) maquillado y vendido como novedad, nosotros debemos responder con un nuevo, genuino, americano y criollo discurso, inspirado en aquella declamación de Jauretche, forjista de la primera ola:

Somos una Argentina colonial
Queremos ser una Argentina libre.