sábado, 20 de agosto de 2011

El sexo de los ángeles


Otra gran nota de Zaiat en Página/12.

El sexo de los ángeles
Por Alfredo Zaiat

El análisis económico convive con la tensión entre el corto y el largo plazo. Los políticos en áreas de gestión destacan el estado de situación inmediato y los profesionales del saber económico convencional posan la mirada en el punto lejano. Aquí, como en cualquier parte del mundo, la población convocada a emitir su voto en elecciones de cargos ejecutivos evalúa su presente al momento de enfrentarse a las urnas. Se trata de un tema de sociólogos de la política interpretar el comportamiento electoral de los pueblos. En materia de la ciencia económica, John Maynard Keynes ilustró: “El largo plazo es una guía confusa para la coyuntura. En el largo plazo estamos todos muertos. Los economistas se plantean una tarea demasiado fácil, y demasiado inútil, si en cada tormenta lo único que nos dicen es que cuando pasa el temporal el océano está otra vez tranquilo”. La coyuntura de esa frase era la recesión intensa que vivía Inglaterra en la primera posguerra mundial. La solución que proponían los economistas ortodoxos era la misma en que hoy se empecinan Europa y Estados Unidos para enfrentar la crisis: bajar el gasto público y esperar que el mercado recupere para la economía el círculo virtuoso de prosperidad, exigiendo una única cosa: tiempo. Afirman que las fuerzas de mercado terminarán solucionando todos los inconvenientes y sólo ofrecen esperar ese “largo plazo”. La preocupación de Keynes era que llegar “al largo plazo” lleva mucho tiempo, y en ese mientras tanto los padecimientos recaen sobre una mayoría vulnerable. Por eso, Joan Robinson, discípula de Keynes, agregó que “en el largo plazo estamos todos muertos... pero no todos al mismo tiempo”.

La noción corto y largo plazo ha sido incorporada por el discurso económico como elementos contrapuestos, estáticos y predeterminados, cuando conviven en movimientos que se interrelacionan. La idea de planificación, si bien incluye el horizonte de largo plazo, se encuentra en otra dimensión, necesaria de recuperar como un instrumento destinado a corregir y reorientar los cursos de acción que emergen de los mercados, como explica el economista Alberto Müller. Pero el debate dominante no se refiere a esa cuestión, sino a aspectos de coyuntura enmascarados como desafíos de largo plazo, que ofrecen la reiterada receta del ajuste como si existiera ese mítico equilibro general de la economía que se enseña en los manuales de economía de bases neoclásicas. El frente de los subsidios a la energía y al transporte es un ejemplo de ese comportamiento que mezcla corto y largo plazo, lo que no implica que no deba estudiarse su cuadro de precios para que sea equitativo y eficiente para la población, no para el balance de las empresas privadas.

En estos años, aunque difícil de percibir por el análisis convencional, que expresa la misma limitación de comprensión de la mayoría de los expertos socio-políticos sobre la identificación y sentir electoral de la Argentina profunda, la economía fue conviviendo con las urgencias de corto y las necesidades de generar una base de sustentación para el largo. En esa tensión, la discusión pasa por si el largo plazo es una sucesión de medidas en continuado de corto que predeterminan ese objetivo en el tiempo lejano, o si se trata de una meta a la que se aspira y se disponen medidas para alcanzarlas. Pueden ser ambos procesos a la vez, y la debilidad en el abordaje de esa tensión es considerar que la correcta es una u otra estrategia que se excluyen.

El gobierno kirchnerista que nació en 2003 es un emergente de la crisis política, social y económica de 2001. Surgió de un descalabro de proporciones y, por lo tanto, la intervención en emergencias es una marca de origen aún vigente. Por eso su experiencia de gestión en el espacio de la economía adquirió características de administración adaptativa. Frente a las crisis y diversos desafíos que irrumpieron en la escena local y que se siguen presentando, la orientación de las políticas para encararlos fue la más audaz, teniendo en cuenta la histórica relación de fuerzas existentes en el país. La renegociación de la deuda en default, la ruptura con el FMI, la política de estatizaciones, el fin de las AFJP, la Resolución 125 de derechos de exportación móviles, la Asignación Universal por Hijo, la utilización de reservas para pagar deuda, la estrategia defensiva del empleo y la actividad interna frente a la reciente crisis internacional. Todas esas medidas fueron estrategias adaptativas que intervinieron en el corto plazo involucrando en forma decisiva la construcción del largo.

Esta forma de intervención provoca irritación en los sectores conservadores que la califican como populista en forma despectiva, cuando es virtud. Pero también incomoda a quienes proponen lo mismo, pero hubieran preferido una previa explicitación formal de esas medidas como parte de un plan general. Esta pretensión académica minimiza el desequilibrio de fuerzas en el terreno donde se expresan los intereses del poder económico. Además de desplazar lo que se conoce como la dinámica de lo impensado, como explicaba el maestro del periodismo deportivo Dante Panzeri el juego con una pelota de fútbol. Lo impredecible es un factor ineludible cuando se habla de política económica. Los partidarios de programas de largo plazo sugieren entonces que el de-safío ahora es lograr una mayor densidad de esas transformaciones para que no sean solamente medidas de emergencia, tomadas por una estrategia adaptativa, para que puedan institucionalizarse. Se convalidaría así el sendero de la construcción del largo plazo con medidas dispuestas en el corto. Pese a que se señala como carencia de la política oficial, el Gobierno ha realizado enunciaciones de aspiraciones que exceden lo coyuntural, que detalladas constituyen ese marco global reclamado.

En estos tiempos de reordenamiento del capitalismo global, algunas consideraciones del debate sobre el corto y largo plazo adquieren la dimensión de precisar el sexo de los ángeles. En el frenético vaivén de las cotizaciones de activos financieros, que expresan el temor a una nueva recesión en los países que aún mantienen la categoría de potencias económicas, no existe volatilidad en la firme tendencia al alza de la incertidumbre. Para la economía argentina, mientras se preserven el mercado interno y el empleo y esa situación de inestabilidad externa no se traslade a los precios de las materias primas que exporta, el temor a la restricción externa se alejará del horizonte. El adelanto de la Reserva Federal (banca central estadounidense) de que seguirá con una política monetaria laxa por lo menos hasta el 2013, que implica tasas de interés cercanas a cero, significa un certificado de un dólar débil, lo que refuerza el actual panorama de cotizaciones en alza de los commodities. Con las enseñanzas acumuladas por la experiencia reciente de la crisis internacional 2008-2009, los previsibles embates de una nueva recesión en Estados Unidos y Europa podrán ser abordados con las conocidas medidas de corto plazo, mientras se va construyendo ese inasible largo.

azaiat@pagina12.com.ar

(tomado de: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-174932-2011-08-20.html )

martes, 12 de julio de 2011

Gracias, Buenos Aires

Escribí esto ayer por la mañana (lunes post-elecciones), en el tren. Funcionó como catarsis para no arrancarle la cabeza a nadie. Lo comparto con Uds.
(Y quiero hacer constar que en estas elecciones hubiese votado por Pino).


Gracias, Buenos Aires.
Gracias, por que ayer le recordaste a todos tu rol en la Historia.
Gracias por hacerme acordar que fue tu oligarquía la que destruyó el espíritu revolucionario de Mayo, temerosa de perder su civilidad de calles de tierra si se ponía de igual a igual con el resto de las ciudades del virreinato. De cómo te deshiciste de Moreno, corazón jacobino de la Revolución, haciendolo morir en altamar por el veneno que alojan tus fauces.
Gracias por traer a mi memoria las penurias de Belgrano, abogado y pensador tan respetable en su tiempo, al que mandaste tantas veces al muere y defendió con gallardía una frontera que, de haber caído, hoy no tendríamos Argentina. Por haberlo juzgado a su regreso, sin pagarle sus sueldos atrasados (ni construirle las escuelas). Por honrar al creador de la bandera mas hermosa del mundo con la muerte en vida, y el olvido al rondarle la muerte.
Gracias por recordarme cómo, por primera vez y ante los ingleses, nos endeudaste a todos los argentinos para hacerte un poquito más coqueta.
Gracias por engañar a Artigas, protector de los Pueblos Libres; por usarlo y luego tildarlo en tu historia oficial de bandido, forzandolo a morir en la pobreza y el exilio al hombre que soñó (y luchó) por un Río de la Plata unido.
Gracias por no dejarme olvidar cuando tu gobernante predilecto le negó al Padre de la Patria las tropas y el dinero necesario para continuar de liberación de Sudamérica (y de esto no solo se acuerda quien escribe, sino América latina toda). Y cierto, él también pereció en el exilio...

¿Y cómo olvidar a tus historiadores, que tildaron a Bolívar de loco y taidor?

Gracias por refrescarme, uenos Aires, que mandaste a perseguir como a un cuatrero a Güemes, el gaucho más valiente, el gran guerrillero argentino que defendió palmo a palmo la frontera norte y paraquien no tuviste más que palabras de oprobio, y un manojo de mercenarios que pagaste con oro inglés.
Gracias por no dejar que me olvide de todos esos caudillos, verdaderos argentinos de raza, que se alzaron contra tu polñítica expoliadora y, por reclamar cordura y justuicia, pasaste a degüello.
Gracias también por las cartas donde se evidencia que la barbarie estaba en el corazón del padre del aula, cuando pedía regar la tierra con sangre de gaucho...
Gracias por marcar a fuego que fue tu ejército el que marchó contra la entonces nación más próspera y civilizada de América Latina, para expandir los mercados ingleses. Fue tu ejercito el que forzó a grillete y punta de fusil a las demás provincias (renuentes a involucrarse) a participar del genocidio de un pueblo hermano, del cuál aún te seguís desentendiendo.

Te agradezco, ¡y cuanto te agradezco!, no poder olvidar a tus recoletos, que te levantaron fachadas parisinas con el dinero que hubiese servido para levantar industrias.

Gracias por recordarme que pediste inmigrantes, pero cuando no te llegaron los alemanes que esperabas, sino los tanos, gallegos y rusos, los arrojaste al arrabal para que se valieran por si mismos.
Gracias por mantener presente en mi memoria a Roca y su vástago: el uno expandiendole a tus oligarcas el territorio cultivable a expensas de otro genocidio; el otro vendiéndo por chirolas a los piratas de siempre el fruto de tanta muerte.
Gracias por no permitir que olvidemos que sostuviste a la infamia una década; que te aterraste cuando en tus fuentes el pueblo remojó los pies cansados (igual terror que tuviste cuando un siglo y monedas antes, un caudillo vino a ponerte los puntos y ató, bárbaro, su caballo a la pirámide de Mayo). Que un pueblo quería lo que a vos te sobraba, y te negaste siempre a compartir. Y que cuando te obligaron, intentaste con buitres y bombas acallar un nombre que germinó en corazones y estalló como grito de lucha en millones de gargantas...

Gracias por el archivo, que muestra a tus grandes intelectuales de izquierda sentados con los golpistas, colaborando con ellos "contra el dictador". Las manos de ellos también se tiñen de la sangre de los fusilados.

Y cómo olvidar a esa multitud de clase media porteña que despertó a el vaciamiento y destrucción de una nación, solo cuando le tocaron los ahorros...

Gracias Buenos Aires por recordarme este domingo que te sentís mñas que el resto de nosotros. Por demostrarme una vez más que tu mirada, clavada en el río, busca nostálgica en el horizonte las costas de una Europa de la que te crees partye, pero a la que tus pies enterrados en el barro nunca dejaron acercarte.
Ese barro que es tu suelo, tu fuente de riquezas; ese suelo que espera, de una vez y por todas, que dejes de verte como una simple ciudad portuaria y aumas el rol que debés cumplir en la construcción de una Argentina libre, y hermana de los pueblos de América Latina.

Y si bien recuerdo todo esto, mantendo siempre viva la esperanza. Al fin y al cabo, es lo último que se pierde.

domingo, 3 de julio de 2011

La creación de una fuerza política propia y el peronismo

Para que no digan por ahí que solo subo artículos de Página/12 :P, acá va uno de Clarín de hoy. Me resultó interesante; aunque como buen artículo del "gran diario argentino", muy cortito.


La creación de una fuerza política propia y el peronismo
03/07/11
PorRicardo Kirschbaum, EDITOR GENERAL DE CLARIN

La integración de las listas del oficialismo respondió a la lógica de una construcción política que se prepara para una batalla que, más temprano que tarde, tendrá con el peronismo . Parece un contrasentido pero no lo es, si se interpretan los mensajes que envían las nóminas de las listas de candidatos. ¿Acaso el peronismo no es el mayor soporte de este “modelo”? Lo ha sido hasta ahora. Pero lo que insinúa con firmeza la decisión de Cristina es que podría dejar de serlo en un plazo histórico relativamente corto.

La elección de Boudou, por ejemplo, sustrae la candidatura de la dinámica partidaria y, más allá de la “lealtad” invocada como excusa para amortiguar el impacto , la remite a una decisión absolutamente personal de la Presidenta. Si Abal Medina, uno de los mencionados para la fórmula, era una elección muy sesgada hacia los “jóvenes turcos” del Gobierno, la opción de Capitanich significaba una alianza con el sistema de gobernadores justicialistas. Se dice además que el escándalo Schoklender en Chaco puede haber sido un factor que afectó también la chance del ex jefe de Gabinete de Duhalde.

Boudou, entonces, se revela como una decisión “neutral” en la puja interna del oficialismo pero nada inocente en el futuro.

Cristina, primero, debe ganar las elecciones. El primer gran test será el 14 de agosto con las primarias obligatorias. De hecho, estas elecciones se han convertido en una primera vuelta virtual. Entonces se tendrá una aproximación bastante precisa del volumen de adhesiones que despierta cada candidato. De acuerdo a los resultados, las estrategias electorales podrán corregirse y algunos de los postulantes pueden resignar su candidatura para apoyar a otra.

Cristina y, sobre todo Carlos Zannini, están buscando formar una fuerza propia , blindada a las influencias del peronismo (al que ya califican de residual, en una mezcla de soberbia y expresión de deseos ). Por eso, la elección de los candidatos a legisladores nacionales es imprescindible para las siguientes jugadas. E incluyó meter una cuña entre Moyano y sus aliados , al permitir que Facundo, el hijo del jefe de la CGT, fuera candidato bonaerense mientras que otros dirigentes sindicales cercanos al camionero fueron postergados.

La estrategia futura, si ganan en octubre, es intentar avanzar en la propuesta de un sistema parlamentario con primer ministro, elección presidencial indefinida y Tribunal Constitucional que relega a la actual Corte Suprema (el proyecto que el juez Zaffaroni alentaría) y un paso aún más radical, que sería la constitución de una fuerza propia . Esto último significa la ruptura con el peronismo que, mucho antes de 2015, estará bullendo por la Casa Rosada.

Cristina quiere y necesita tener firme el control de la sucesión. Eso explica todo.

sábado, 25 de junio de 2011

Inflación Estructural


Interesante nota de Zaiat en el Página/12 de hoy, sabado 25 de junio de 2011


Inflación Estructural
Por Alfredo Zaiat

Con la inestimable colaboración de índices de precios al consumidor oficiales que repiten el 0,7 o 0,8 por ciento cada mes desde hace catorce en forma consecutiva, el tema de la inflación se ha instalado como uno de los más relevantes en el debate económico electoral. Ambito Financiero publicó esa curiosidad estadística elaborada por el banco de inversión Goldman Sachs, que también sabe jugar con números, habilidad que se descubrió con la debacle griega cuando facilitó la colocación de bonos de deuda de ese país hoy en desgracia. La originalidad de esas estadísticas públicas entorpece la comprensión del actual proceso inflacionario, dejando el terreno abonado para la irrupción de profetas de la ortodoxia, que reúnen antecedentes suficientes para mostrar que sus propuestas han fracasado al generar la más dramática crisis económica de la historia moderna del país. Sin mínima autocrítica, avalados por un coro disciplinado de la cadena nacional de medios privados, se presentan como portadores de saberes sobre la inflación. Su diagnóstico, con más o menos énfasis, con más o menos transparencia expositiva, se resume en que los aumentos de precios se deben a la exagerada emisión monetaria, al fuerte crecimiento de la demanda agregada y a los desmedidos aumentos de salarios. Ante ese cuadro de situación, la sugerencia, disfrazada como el camino para mejorar la distribución del ingreso, es un ajuste monetario, fiscal y salarial. El economista e historiador Mario Rapoport rescató del libro Los ministros de Economía, del periodista económico Enrique Silberstein, la siguiente sentencia, expuesta en los años ‘70: “Nos pasamos la vida hablando contra la inflación, todo gobierno y todo ministro de Economía (hoy políticos de la oposición con sus economistas de la city) lo primero que promete es combatir la inflación. Y, si uno se fija bien, el ataque a la inflación va dirigido al incremento de los costos, o sea al aumento de salarios. Jamás se ha combatido la inflación diciendo que se debe al crecimiento de las ganancias... Nadie se ha preguntado si las ganancias tenían sentido y si eran económicas”.

En el documento “Una revisión histórica de la inflación argentina y sus causas” publicada en el libro Aportes de la Economía Política en el Bicentenario, Rapoport explica que “si la inflación es un problema que reconoce múltiples causas, recomendar un remedio sin un análisis detallado es un acto de curanderismo o esconde, en realidad, intereses concretos”. Admite que se trata de un fenómeno complejo y que existe en el país una arraigada cultura inflacionaria. Menciona que economistas de la corriente monetarista expresan sus clásicas posturas para enfrentar el problema del alza de precios: reducir el gasto público, restringir la emisión monetaria y moderar el alza de salarios. Pese a la insistencia en el espacio público sobre esos determinantes ortodoxos de la inflación, el actual proceso de aceleración en la suba de precios que se verifica desde 2007 no identifica ninguno de los motores tradicionales de inestabilidad de precios. Reconocer esa carencia implicaría develar la matriz ideológica conservadora que apunta sobre la demanda agregada (gasto público, salarios) para defender las ganancias extraordinarias de conglomerados económicos con posición dominante en sectores claves de la economía.

Aunque parezca extraño ante la hegemonía en ámbitos académicos como públicos del pensamiento ortodoxo sobre la inflación, existen otras explicaciones sobre ese fenómeno desarrolladas por economistas argentinos de prestigio internacional. Ya en los años ’60 surgió un nuevo concepto de inflación planteado por el profesor Julio H. G. Olivera que refería a que en países periféricos el alza de precios no es de origen monetario sino estructural al obedecer, sobre todo, a rigidices y asimetrías de la economía, como el estrangulamiento en la balanza de pagos. Rapoport añade que “una mirada estructural no identifica el problema sólo con la inflación sino con un conjunto de otros problemas, como la distribución del ingreso, los cuellos de botella en el sector externo y en las cadenas productivas, la generación de tecnología propia o la acumulación de capital”. La inflación estructural es una característica particular de países subdesarrollados con problemas en el sector externo.

En esa trama compleja que se aleja de las recetas fáciles de la ortodoxia, una de sus facetas es la utilización del tipo de cambio y las retenciones para intervenir en una estructura productiva desequilibrada (agro competitivo por ventajas naturales e industria con una productividad más baja en términos comparativos) y el impacto de la evolución de los precios internacionales de las materias primas. Economistas y políticos que repiten postulados neoliberales hoy maquillados de sensibilidad social, acompañados por no pocos denominados progresistas y heterodoxos, que festejaron el voto no positivo del vicepresidente Julio César Cleto Cobos que implicó abortar la posibilidad de aplicar derechos de exportación móviles a cuatro cultivos claves como estrategia anticíclica ante shocks externos, tienen cuota de responsabilidad sobre el actual comportamiento de los precios de los alimentos. No sólo neutralizaron esa medida, sino que determinaron condiciones políticas, sectoriales y sociales que limitaron la posibilidad de subir retenciones, eficaz instrumento de política económica que permite disociar los precios internacionales de los domésticos en el sensible sector de alimentos. Según la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, los índices de precios internacionales de alimentos subieron casi 30 por ciento entre junio y diciembre de 2010, cerrando el año en niveles similares a los alcanzados durante el clímax del alza de precios del primer semestre de 2008. Esa tendencia continuó en la primera parte de este año hasta marcar el mayor registro desde que la FAO empezó a medir los precios de los alimentos en 1990. Sus registros señalan un aumento de 138 por ciento por tonelada en el precio de los alimentos en el mundo en nueve años, al pasar de 97,7 dólares en 2003 a 233,5 dólares en lo que va de 2011. La FAO informó que los precios de los productos cárnicos en ese período se incrementaron en 80 por ciento, el de los cereales 161 por ciento, mientras que los precios del aceite y el azúcar aumentaron 164 y 271 por ciento, respectivamente.

Ignorar esa trayectoria de los precios internacionales para examinar el comportamiento local muestra debilidad analítica, deliberada intención de confundir el debate o voluntad de proteger intereses sectoriales. Un interesante ejercicio de simulación sería estimar cuál hubiera sido el recorrido de los precios internos en estos años con retenciones más bajas o ninguna, y sin la política de acuerdos personal de la Secretaría de Comercio Interior con eslabones concentrados de la cadena productiva y de comercialización.

Ante un contexto internacional de alza de precios de materias primas y con un tipo de cambio competitivo, la aplicación de retenciones, y móviles, es la medida de corto plazo más eficiente para amortiguar ese impacto externo en los precios, además de contribuir a la redistribución de parte de la renta de la tierra hacia la industria local. Esa política es necesaria, no suficiente teniendo en cuenta el tipo de inflación que irrumpe por las mencionadas condiciones estructurales de la economía, lo que implica la necesidad de profundizar la recuperación de la industria con mayor grado de complejidad e integración local para superar esas restricciones. El fallido intento de la resolución 125 tiene un efecto más duradero en la economía y en los precios que la estrella fugaz Cobos.

domingo, 19 de junio de 2011




EL PAIS › CARTA ABIERTA/9
La reconquista


1 ¿Por qué queremos a Buenos Aires?

Porque tenemos memoria de sus barrios, incluso de aquellos que no conocimos. Porque fue fundada mitológicamente en alguna manzana hoy reciclada por las estéticas del diseño. Porque aún reconvertida y rehecha sigue convocando al relato y la aventura de la fabulación. Porque fracasó en su propio imaginario: se quiso blanca y uniforme, y su vitalidad, sin embargo, viene de la mezcla de colores, de estaturas, de modos de vestir y de celebrar, de rezar, de preparar las comidas. Porque en su voz suena la polifonía dispar de las lenguas que la habitan (el aymara y el italiano; el wolof y el guaraní; el coreano y el idish; el árabe y el portugués) y a la vez es el ritmo entre zumbón y tierno del voseo rioplatense.

Porque en ella vive el país, es territorio que habitamos los que venimos de todas las provincias y en el que constituimos un trazo nuevo de lo común. Porque en esta ciudad está, aún soterrado o ghetificado, lo indígena, y su murmullo no cesa. Porque a su vera se erigieron muchas de las fábricas del proyecto industrial argentino. Porque duerme poco y sueña mucho. Porque en el malhumor tenso de sus vecinos no deja de aflorar el sueño de otra vida. Porque tiene los bares del café charlado y las plazas multitudinarias de la política pública. Porque es una serie de capas, como pensó Martínez Estrada, que surgen y resurgen a cada paso.

Porque a ella llegan diariamente millones de personas que trabajan, estudian, se entretienen y la viven como suya, y porque su vida se extiende mucho más allá de una avenida y un río. Porque son muchos los que migran a las ciudades buscando el lugar donde se reconozcan sus derechos.

Porque es ciudad del deseo y de la memoria. Porque nuestras vidas están tramadas en ella. Porque ella no es sólo ella: es el conurbano que la desborda y la rodea, es el país que la respeta y la desdeña.

Porque si es la ciudad del miedo y la de los muros y los enclaves, es también la que vive en las multitudes callejeras del trabajo y de la fiesta. Porque un escritor imaginó a un hombre solo en alguna de sus esquinas y otro la quiso fervorosa y mítica. Porque es la ciudad en que muchos vivieron su infancia y muchos otros soñaron en su niñez. Porque es siempre la misma y siempre es distinta, porque nos desconcierta y en ella nos reconocemos, porque siempre la estamos empezando a descubrir, porque nunca nos vamos de ella, porque nunca podremos conocerla del todo. Porque a Buenos Aires siempre estamos llegando.

Porque cada generación la vuelve a fundar para que sea siempre Buenos Aires, y a poblarla de nuevos signos. Porque sus tradiciones siguen hablando en sus esquinas, sus puertas, sus cuartos, sus mesas, sus patios, sus ventanas. Porque amamos en las grandes ciudades lo que tienen de turbulencia y equívoco, de entrevero y de intercambio. Porque ella es, en los rostros que la habitan, una nación y un continente. Hospitalaria y a la vez reticente adopta hombres y mujeres de nuestra América. Porque es una ciudad que sigue abriendo las puertas a hombres y mujeres de todos los continentes, y los hijos de quienes llegan son plenamente porteños, y ellos mismos, tarde o temprano, lo son.

Porque tiene lugar para las más diversas formas del amor, de los nacimientos y las muertes. Porque está hecha de despedidas y llegadas, de silencios y ruidos, de rezos y de músicas, de consignas y de oraciones laicas, de velocidad y de espacios para la quietud. Porque en la Plaza de Mayo resuenan infinitos pasos, incluso los nuestros y los de nuestros muertos. Porque en esa plaza y en sus calles los pañuelos blancos rasgaron la monotonía plomiza del terror y porque hoy trabajan en ella, en los recintos donde reinó el exterminio, las fuerzas de la memoria y las potencias de la creatividad. Porque es escenario de rebeliones y en ella resuenan todas las luchas políticas de la Nación.

2 El derecho a la ciudad

Porque queremos a Buenos Aires, porque tenemos derecho a sus rincones geográficos y espirituales, venimos aquí a afirmar el derecho a las instituciones de la ciudad y a su espacio público. No se trata sólo de metros cúbicos de vivienda: también es hora de construir formas dignas y participativas de la política. De afirmar que ese derecho lo tienen los que viven en ella y los que llegan cada día. De afirmar la trama urbana contra el miedo: fortalecer los puentes antes que los muros.

Porque el que es recluido en un ghetto no tiene derecho a la ciudad, se trata de combatir todo proceso de segregación. Reinventar la confianza para hacer posible vivir la ciudad sin retaceos. Reconocernos como ciudadanos y no como espectadores de una política que hacen otros: la reconquista de la ciudad exige una nueva racionalidad comunitaria, manos múltiples puestas a diario en la masa de la vida pública.

La ciudad es difícil como lo es todo espacio en el que millones gestionan su vida en común. Y es, sin embargo, en esa dificultad donde pueden encontrarse las fuerzas para una recomposición, en vez de la amenaza de unos contra otros. Afirmar una lógica no mercantil de los derechos: impulsar reparación allí donde hay desigualdad. La salud concebida como derecho real y para todos, ya no como negocio ni como avara limosna para salir del paso. El problema de la contaminación ambiental encarado a través de una acción multidisciplinaria, a todos los niveles, como una necesidad vital y no como un leitmotiv para afiches publicitarios.

Sostener y expandir escuelas para todos, donde la igualdad se construya en el cotidiano y las escuelas públicas reciban el compromiso, el esfuerzo y la confianza de muchos que hoy están fuera de ella. Construir las mejores escuelas, aquellas que elegiríamos para nuestros hijos, aquellas en las que quisiéramos trabajar.

Afirmar que todo barrio debe tener sus espacios verdes y sus ámbitos comunes, sus núcleos de producción de cultura y sus canales de comunicación. También que la gestión de esos espacios debe ser democrática y definida por los vecinos que los usan.

En vez de una ciudad sin horizonte y cercada por una autopista, recuperar el paisaje abierto del río y afirmar la parquización de la General Paz. Necesitamos muchos arquitectos como Bereterbide para pensar esa ciudad a la que tenemos derecho. Contra la ciudad de enclaves y fragmentos ligados por raudas autopistas –ciudad de Puerto Madero y el Parque Indoamericano–, afirmar una ciudad heterogénea y justa. Una ciudad que se reconozca en el movimiento incesante de los trabajadores en sus calles, a la hora del trabajo diario y el descanso, y a la del reclamo y la celebración.

Hoy la ciudad es rehecha por la lógica del capitalismo financiero y la especulación inmobiliaria. En los cimientos de la modernización de esta hora está la renta sojera antes que la necesidad habitacional.

La ciudad es fachada y sótano, Teatro Colón y taller clandestino, como desde los años ’30 –bien lo sabía David Viñas– fue villa miseria y Kavannagh. Se trata de hacer visible el sótano en el marco de las luchas por la igualdad.

Pensar la ciudad, en estos días de decisiones electorales, es pensar qué vida queremos vivir.

3 La reconquista (o el Eternauta)

Mezclando racismo y bicisenda; segregación y reciclado; destrucción del patrimonio, culto del consumo y violencia contra los desposeídos que duermen bajo papel de diario en los portales, el desquicio es la escena que nos lega el actual Gobierno de la Ciudad. En sus manos, la necesaria modificación de prácticas urbanas se convierte en mero recurso apologético de un estilo de vida tomado de los barrios cerrados.

No es sólo estupidez. Se articula con una representación intolerante de la ciudad, contra todo lo que mancille una fantaseada pureza o que resulte excedente para las demandas laborales del momento.

La del macrismo es una Buenos Aires ilusoria. La usa como horizonte y ariete contra la ciudad real. La nuestra es aquella que es soterrada y a la vez utópica. Está en los intersticios de la ciudad real, la vemos allí donde el miedo se suspende o en los hechos extraordinarios donde se revela la potencia de la vida en común.

La sorpresa de esta nueva derecha en la gestión ha sido lo escuálido de su eficiencia. Ni siquiera administran como buenos gerentes. Esta ciudad no los merece, incluidos los ciudadanos que los han votado.

Esta ciudad, nuestra Buenos Aires, la profunda y a la vez futura, merece políticos de otra tesitura, capaces de explorar sus fuerzas novedosas y de recrear sus espacios públicos. Políticos acordes al estremecimiento de la dimensión política que en los últimos años recuperamos para alarma y escándalo de los que no aceptan interferencias en su voluntad de hacer y rehacer la ciudad y el país a su antojo.

No se debería ausentar de la vida política la idea de felicidad. Ni aceptar su arrebato por derecha, porque en esas manos deviene una composición de consumo privado y celebración espectacularizada. Pensamos en otra felicidad: la que surge del encuentro de lo común y del acceso democrático a lo público.

Esta ciudad merece una reconquista, que sólo puede concretar la acción fraterna de las mayorías. Reconquistarla de la brutalidad del interés mezquino de unos pocos, de la violencia con que fueron conculcados derechos, de la impasibilidad con que sus bienes, sus memorias y sus mitos son devastados o metamorfoseados en objeto de consumo pasajero y ganancias. Reconquistar, con el pasado, la noción de futuro.

Vivimos años de conmoción, conflictos y entusiasmos políticos que desde distintas historias se han desplegado alrededor del kirchnerismo, nombre que intenta dar cuenta del nuevo sesgo, intensamente popular, nacional y democrático, que conmueve todos los aspectos de la vida argentina. Hay que hacer escuchar ese grito apasionado que se murmura en los barrios y en las calles como ansia refundacional.

Hay que seguir escuchando, porque no se ha apagado el rumor de los millones que estuvimos en la calle a la hora de la fiesta –cuando nos descubrimos juntos en el Bicentenario– y a la hora del duelo, en octubre, cuando el dolor y la necesidad de seguir adelante nos hicieron mirarnos las caras. Porque ahí reconocimos nuestra fuerza comunitaria y supimos que no estábamos solos. Algo ha quedado en el aire, otro ánimo, otras energías, el avizoramiento de otros horizontes.

Que es más que un sueño lo sabemos en una patria donde la Asignación Universal por Hijo, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la ley de matrimonio igualitario demostraron que ningún sueño es excesivo si hay una necesidad que lo reclame y una fuerza popular que lo sustente.

No se trata solamente de que, con un cambio en el Gobierno de la Ciudad, concluya un ciclo de deterioro, reconversión excluyente y despojo. Se trata de reconquistar la política, contra su banalización en manos de los gerentes empresarios y los gabinetes de marketing; y de algo más: junto a los hombres capaces de hacer ese llamado, como Filmus y Tomada, de lo que se trata es de que empecemos todos a construir la Buenos Aires que sus profundas necesidades nos están pidiendo.

Contra la lógica de la especulación inmobiliaria, se trata de recuperar la bullente fuerza de los movimientos sociales: de los grupos que luchan por otras condiciones de vida, por su derecho a la vivienda, y los que defienden una preservación razonada de sus barrios. Contra la antipolítica que los desvencijó y los condena al olvido, recuperar los clubes socio-deportivos de los barrios, las bibliotecas, las cooperadoras escolares, los centros artísticos y culturales, el cotidiano prodigio de los encuentros.

Contra la privatización de las riberas del Plata, limitándolas a coto para viviendas y consumo suntuarios, es necesario reconquistar su uso, construyendo un litoral público, accesible y comunicado con el tejido urbano en su conjunto. La apropiación de los bienes naturales por unos pocos no puede ser el destino de una ciudad democrática. Por el contrario, en Buenos Aires todavía persiste la memoria de otra relación con el río y su ribera, que puede ser el sustrato de un emprendimiento de recuperación.

Buenos Aires debe ser repensada en su dimensión físico-espacial, en sus condiciones sociales y vecinales, y en el modo en que se toman las decisiones gubernamentales. Apelando, para todo esto, a las fuerzas activas de la sociedad y a nuevos modos del compromiso ciudadano.

Porque, así como es impostergable la necesidad de más viviendas para todos, es necesario controlar el uso del suelo, recuperar tierras para el uso público y social, impedir u obstaculizar la intervención del capital constructivo-especulador-reurbanizador-expulsor, la toma de decisiones sobre el desarrollo urbano no puede no ser participativa y democrática.

Es necesario un explícito programa de funcionamiento de las comunas. Como son necesarios mecanismos que permitan negociar, concertar y discutir entre sí a las distintas racionalidades a través de las cuales es pensada la ciudad. Necesarios o inevitables, los cambios deben ser concertados, preservando modos de convivencia. Puestas en examen, las evidencias del despojo deben convertirse en síntomas de emancipación.

Palabra poderosa, estremecida de ecos de la historia y de carnalidad popular, palabra asentada en nuestras infancias y en la entraña de nuestros afectos, hablar de “reconquista” supone hoy una apertura del futuro y, a la vez, del pasado común. De la ciudad como campo de posibilidades y espacio de la memoria, una tarea hecha tanto de paciencia como de decisión, de ojos abiertos y de sueño, de firmeza y de trabajo.

Nos sentimos militantes de esa reconquista que no será fácil, porque se trata de combatir no sólo una gestión y un partido, sino un estado de cosas propios de las ciudades contemporáneas que tienden a la fragmentación, a la segregación y la experiencia más profunda del miedo. Buenos Aires tiene derecho a ser, también en eso, modelo en el mundo.

Por lo que vive en estos años la Argentina y por lo que está viviendo Sudamérica, esta es la época propicia para intentar esa otra ciudad. Esa otra ciudad que asoma entre el pavimento algunas veces: aparece en manifestaciones, en festejos populares, en colectivos barriales, en militancias dispersas. En las esperanzas que aglutina Cristina Fernández y en la pasión con que una nueva generación, de voces nuevas y nuevos estilos, se lanzó a retomar y reinventar los caminos antes abiertos por otros jóvenes, con la mirada abierta a la contundencia del presente. A esa ciudad le hablamos.

Les hablamos a los que se sienten lacerados cuando el cartoneo puebla los anocheceres porteños. A los que saben menguadas sus propias vidas ante la infelicidad y la carencia de otros. A los que no quieren violencias asesinas para proteger sus bienes. A los que creen que lo común debe ser construido. A los que impulsan una política capaz de evitar el daño a la vida social. A los que suponen que otra ciudad es posible, aunque no alcancen a balbucear sus contornos. A los que se saben insatisfechos y dolidos. A los que aman, como nosotros amamos, esta ciudad e intuyen que es necesario reconquistarla, porque algo ineludible le seguirá faltando a sus vidas hasta entonces.

A ellos les hablamos porque son muchos y, sin renunciar a sus particularidades y diferencias, se reconocen en lo que anhelan para sí y para todos. Vengan de la tradición peronista o de las de los progresismos o las izquierdas, estén entre quienes se identifican con los ideales liberales de Mayo o entre los radicales que se niegan a olvidar la defensa de una democracia real y la lucha contra los poderes corporativos que alberga su historia. En tiempos en que los argentinos asistimos al reencuentro con las aspiraciones de un proyecto común, su ciudad capital tiene la oportunidad de dar el gran paso que la lleve hacia lo que una y otra vez se anuncia en el trasfondo de sus sueños.

Tanto como Buenos Aires necesita, para ser más Buenos Aires, reconocerse argentina, la Argentina necesita a una Buenos Aires a la altura de los desafíos que su horizonte promete. Reclamamos más política y no menos. Más calle y no menos. Pensamos más como ciudadanos que como usuarios o consumidores.

Fue en nuestra Carta Abierta/4 que, ante la imposición de una política del miedo y del silencio, invocábamos la fuerza moral del Eternauta. Está aquí, en estos días, cuando la indiferencia ya ha dejado de ser la atmósfera que plantaba un horizonte de plomo: la fuerza popular que va extendiéndose en torno del nombre “kirchnerismo” está dibujando, en esta hora argentina, el rumbo hacia la reconquista de nuestro derecho a vivir en Buenos Aires. A esa fuerza apostamos.


(De Página/12, domingo 19 de junio de 2011: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-170421-2011-06-19.html )

jueves, 9 de junio de 2011

La dictadura terrorista y totalitaria



La dictadura terrorista y totalitaria

VICENÇ NAVARRO

A la vuelta de un largo exilio, uno de los hechos que más me sorprendieron de la vida política española fue la percepción –ampliamente aceptada por el establishment político, y promovida por los medios de mayor difusión– de que la Transición de la dictadura a la democracia había sido modélica, creando una democracia que era homologable a las existentes en la Europa occidental. La realidad, sin embargo, mostraba con toda su crudeza una democracia muy incompleta y un bienestar muy insuficiente, realidad que continúa hoy, 33 años después.

España continúa teniendo el gasto público social (que financia al Estado del bienestar) per cápita más bajo de la UE-15. Y políticamente acabamos de ver cómo las fuerzas conservadoras han intentado prohibir la participación en el proceso democrático de un partido político, Bildu, debido a su origen, enraizado en una fuerza terrorista, ETA, y ello a pesar de que tal partido se ha distanciado de la violencia y ha aceptado las reglas del proceso democrático. Pero esto parece no ser suficiente para el Partido Popular, que desea que este partido condene tal pasado terrorista, intentando llevar a la cárcel a todos aquellos que todavía hoy defienden a ETA.

Este comportamiento sancionador del terrorismo contrasta, sin embargo, con el comportamiento del propio Partido Popular, que nunca ha condenado explícitamente y por su nombre a la mayor fuerza terrorista que existió en España durante el siglo XX, responsable del mayor número de asesinatos políticos que haya ocurrido en la historia del país. Ningún otro régimen ha asesinado a tantos españoles como la dictadura iniciada por un golpe militar, liderado por el general Franco, en contra de un sistema democrático, la II República. Fue un régimen basado en el terror, con asesinatos políticos (por cada asesinato político que cometió Mussolini, Franco cometió 10.000), torturas (sistemáticamente realizadas en sus cárceles), campos de concentración y exilio. Aquel golpe fue realizado por los que falsamente se autodefinieron como los nacionales (la mayoría de sus tropas de ataque eran mercenarios y extranjeros, y su victoria se debió única y exclusivamente al apoyo extranjero de Hitler y Mussolini) que estaban en una “cruzada” (cuyas tropas de choque, paradójicamente, eran musulmanas) y que supuestamente defendían a la patria (imprimiendo un enorme retraso económico, político, cultural y social al país). En realidad, era una minoría en contra de la mayoría de las clases populares de los distintos pueblos y naciones de España, lo cual requería el terror para su propia supervivencia. El terror fue sustancial en la existencia de aquel régimen hasta su último día.

Sin pretender establecer categorías, el número de víctimas de aquel terror (asesinatos políticos) fue de casi 200.000, una cifra mucho mayor que la realizada por ETA (839). Las víctimas de aquel régimen terrorista continúan ignoradas durante el periodo democrático, sin que el Estado las haya homenajeado como se merecen. El contraste entre el comportamiento del Estado hacia las víctimas de ETA y las víctimas de la dictadura es vergonzoso e ilustra no sólo la diferente vara de medir el terrorismo, sino la baja calidad del estado democrático, cuyo Tribunal Supremo, por cierto, está enjuiciando al único juez que ha intentado en España que el Estado se responsabilizara de encontrar a los desaparecidos en aquella dictadura y de enjuiciar a los responsables de tanto dolor y terror.

La entrada dedicada a Franco del Diccionario Biográfico Español –publicado por la Real Academia de la Historia, e iniciado y financiado por el Gobierno del PP dirigido por José María Aznar– es una alabanza y una apología del responsable del mayor terror que haya existido en España. A pesar de ello, un dirigente del PP alabó la biografía de tal terrorista, presentándola como obra ejemplar. Utilizando el mismo criterio que tal partido aplica a ETA, el autor de tal biografía debiera estar en la cárcel y la Real Academia de la Historia tendría que haberse cerrado. Y, al propio portavoz del PP que hizo tal alabanza, se le hubiera tenido que llevar a los tribunales.

El hecho de que todo esto no ocurra muestra el enorme poder de las fuerzas conservadoras que hegemonizaron el proceso de la Transición y el periodo democrático. ¿Cómo, si no, puede explicarse que incluso hoy, en los libros de texto de la asignatura obligatoria de cultura cívica se sostengan posturas dignas de la ultraderecha del Tea Party de EEUU, tales como definir al feto como ser humano, considerar el aborto voluntario como un asesinato, o definir al darwinismo como una doctrina sospechosa? ¿Y, cómo, si no, pueden explicarse la visión tan sesgada y negativa que se da de la II República y el silencio sobre el terror del régimen que la derrocó que están presentes en los libros de texto de las escuelas públicas?

Pero la represión de aquel régimen fue también psicológica e ideológica, precisamente debido al carácter totalitario del mismo. La ideología que imponía era el nacionalcatolicismo, mezcla de un nacionalismo españolista extremo e imperialista, con características racistas (el día nacional se llamaba el Día de la Raza, y la película que realizó el dictador se llamó Raza) y de un catolicismo reaccionario en extremo que, junto con su caudillismo, un machismo muy acentuado y una hostilidad al mundo obrero y sindical, constituyó una ideología totalizante, pues quería cambiar “al hombre”, penetrando en las áreas más íntimas de las personas, desde el sexo hasta la lengua, todo ello normatizado. Tal régimen tuvo pleno control de los medios y de las instituciones. Considerar aquel régimen como meramente autoritario es ignorar la asfixia intelectual, política, económica y cultural que la mayoría de las clases populares sufrieron para mantener la “placidez” de aquellos que se beneficiaron de tal terror.

Vicenç Navarro es catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra

(De Público.es http://blogs.publico.es/dominiopublico/3498/la-dictadura-terrorista-y-totalitaria/)

miércoles, 25 de mayo de 2011

¡Feliz Día de la Patria!

Felicidades amigos!
Hace 201 años, aprovechando la convulsa situación de la metrópoli, los criollos daban en Buenos Aires un grito de Emancipación; eco del proferido un año antes en Cochabamba.
Desde entonces, nuestra Patria sufrió grandes transformaciones; fue madre de grandes héroes, y también cuna de muchos traidores. Algunos de sus hijos combatían al enemigo extranjero con sudor y lágrimas, mientras otros la vendían tan barato, que a Judas le hubiera dado vergüenza...

Nuestra historia puede hacernos llorar de bronca o de alegría; ofendernos o exaltarnos. Pero es nuestra historia, y cada vez que pienso en ello me acuerdo de unas lindas palabras de Manuel Ugarte, el gran latinoamericanista:
" La historia no se llora ni se modifica. Cuando depende de nosotros, se hace. Cuando nos viene de otras generaciones, se soporta y se corrige en la medida de nuestras fuerzas. El pesimismo es la enfermedad de los débiles".

La historia de la Argentina no está encerrada en los libros de colegio; ¡se está escribiendo todos los días con cada una de nuestras acciones!. Si queremos una patria de la cuál estar orgullosos, en donde nuestros hijos puedan crecer libres, seguros y en plena igualdad con sus compatriotas, es muy fácil: ¡salgamos a construirla!¡Seamos concientes de nuestra parte en la Historia!.

En el espíritu de la fecha, me despido evocando las palabras del Padre de la Patria, cuando preparaba en Cuyo el ejército libertador (rebosante del espíritu latinoamericano):
¡SEAMOS LIBRES!¡QUE LO DEMÁS NO IMPORTA NADA!

¡Feliz día de la patria, mis amigos!!!! :D

jueves, 19 de mayo de 2011

10 años despues


Hay historias que van de la mano, aunque no nos guste o no sepamos verlas. La de España y Argentina es una de ellas.
Y no digo solamente que ambas historias lleven una relación recíproca, un hilo conector como cualquier metrópoli mantiene con sus antiguas colonias: me refiero a los paralelismos obligados que han tenido dichas historias.

Fue en la década de 1820 cuando la oligarquía porteña abandonaba a San Martin y sus tropas en Perú, y traicionaba no solo el ideal revolucionario de Mayo, sino la grandeza por venir de toda la nación. Fue para esos mismos años en los que se traicionaba también a Rafael del Riego, el hombre que había logrado que Fernando VII de España jurara la Constitución de 1812 (redactada justamente mientras el Rey se cobijaba bajo el ala bonapartista, y sus ciudadanos eran masacrados por el ejército francés).

Nuestras economías desde entonces han seguido un camino similar. Marchando al paso de los latifundios hemos visto industrializarse al mundo, mientras nosotros seguíamos engordando oligarquías agroganaderas que dilapidaban su (nuestro)dinero en putas parisinas, o importando (ladrillo por ladrillo) edificios londinenses, en vez de fomentar la aparición de una modesta industria nacional.

El siglo XX fue para ambas una época de sangre de hermanos derramada, y nuestros territorios simple tableros de ajedrez de potencias, aprovechadoras de las diferencias intestinas. Así, los intentos de gobiernos populares en ambas márgenes del Atlántico fueron apagados por golpes militares, a los que siguieron décadas de represión incruenta, desaparición sistemática de personas y el sostenimiento de un programa que reducía nuestras economías al papel de meros siervos del capital norteamericano.

Y el destape no fue solo español: al caer las tiranías volvió la alegría para ambos. Pero el Capital, que ahora nos daba un poquito de libertad, tampoco quería que nos acostumbremos: un poco está bien, pero la cuota hay que mantenerla al día. Y así llegamos a esos maravillosos años de la convertibilidad y del euro, esa época donde de repente todo era reluciene y maravilloso y comíamos la misma chatarra que se come en NY, y podíamos comprarnos las mismas porquerías que se usaban en el primer mundo (¡pero claro, si eramos el Primer Mundo!), porque los chinos hacían todo muy barato y a nosostros nos parecía una ganga. Con el lenguaje neoliberal, se eliminó del repertorio de nuestras juventudes la idea de la politización: eso ya ni siquiera era peligroso, sino cosa de vagos. Al trosko no se le temía: daba risa.

Poco a poco, nos fuimos despertando del sueño. O eso parecía.

En el 2001 explotó la burbuja en Argentina: millones de desocupados, niveles de pobreza que parecían haberse dejado atrás hacía 50 años, indigencia y hambruna por doquier. La imagen del político estaba por el piso; el grito que surgía de entre el ruido de las cacerolas era claro: "Que se vayan todos/ que no quede ni uno solo". La clase media, embobada durante más de diez años con la fiesta de la paridad, salía de su sopor con un cachetazo, y se lanzaba a la calle. Todos nos emocionamos y vimos en esto un momento histórico y una oportunidad única.
Y lo fue. Desde entonces, sucesos más que interesantes han ocurrido en la Argentina (en el marco de un movimiento que se expande en toda latinoamerica, desde Miraflores a la Rosada): la juventud empezó a tomar conciencia. Se revivió un lenguaje que había sido meticulosamente enterrado; sobrevino la sensación de que la politica no la hacen solamente los lobistas: nosotros también tenemos poder. Hoy hay miles de jovenes de clase media comprometidos en movimientos sociales, en partidos políticos, involucrándose cada vez más en lo que parece el resurgir de la política en la Argentina.

Cuando hace unos 4 años visité España, me quedé con una sensación particular: estos tipos están viviendo nuestros 90s, y les va a explotar todo en las manos en cualquier momento. No pretendo darme aires de adivino; más bien uno en esas épocas sentía tener síndrome de Casandra. Pero así fue...

Miro una de estas mañanas una foto en un diario, y me parece un artículo de archivo. Seguramente muchos de uds, que vivieron diciembre del 2001, recordarán la imagen: gente de clase media con una cacerola en las manos, gritando en las plazas, pidiendo la posibilidad de un futuro, de no quedar desplazada dentro de este sistema impuesto por unos políticos sedientos de números y de billetitos. Diez años después, el fenómeno parece haber llegado a España: la juventud sin futuro se despertó repentinamente del letargo de la PlatStation y de la descarga gratuita de Taringa! para darse cuenta de que generaciones de políticos les han hipotecado el futuro. Que el ingreso a la UE, la incorporación del Euro y el Plan Bolonia no eran las maravillas modernas, sino la destrucción sistemática del estado de Bienestar Español.

Diez años después, miro esas plazas rebosantes de gente y me causa gracia que las juntas electorales intenten prohibir un movimiento espontáneo y genuino como el de los Indignados. Que intenten frenar el quiebre de la represa que ellos mismos han ido desmantelando, piedra por piedra, en los últimos años. Lo patético de sus discursos deja entrever su incapacidad para comprender lo que tienen delante: la gente dice BASTA, y pide un cambio radical.

En América Latina la cosa no ha ido tan mal. De una punta a la otra, hemos logrado atravesar la peor crisis financiera de la historia sin sufrir las consecuencias que el resto del planeta ha tenido que bancarse, apaleado. Vivimos un proceso de participación política único, que cada día avanza más. No importa que el presidente sea fulano o mengano: la conciencia política que se ha creado supera quien ocupa el sillón del Innombrable (original, no el patilludo). Es algo que llegó para quedarse, y eso me hace muy feliz.

Solo puedo desearle a mis amigos hispanos un desenlace feliz, pues se lo merecen. Ojalá no pasen por el baño de sangre represivo de Diciembre de 2001; ojalá los líderes del PP y del PSOE se queden pasmados por la peor de sus elecciones en la historia democrática española. Ojalá que las juventudes canalicen esta indignación en la energía necesaria para reformular el Estado de Bienestar, hacerlo fuerte y grande y ser, de una vez por todas, todo lo que pueden ser. Pero sin desigualdad.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Galeano y la "integración" económica latinoamericana en los 70s

"Para que el imperialismo norteamericano pueda, hoy en día, integrar para reinar en América Latina, fue necesario que ayer el Imperio británico contribuyera a dividirnos con los mismos fines. Un archipiélago de países, desconectados entre sí, nació como consecuencia de la frustración de nuestra unidad nacional. Cuando los pueblos en armas conquistaron la independencia, America Latina aparecía en el escenario histórico enlazada por las tradiciones comunes de sus diversas comarcas, exhibía una unidad territorial sin fisuras y hablaba fundamentalmnete dos idiomas del mismo origen, el español y el portugués. Pero nos faltaba (...) una de las condiciones escenciales para constituir una gran nación única: nos faltaba la comunidad económica.
Los polos de prosperidad florecían para dar respuesta a las necesidades europeas de metales y alimentos no estaban vinculados entre sí: las varillas del abanico tenían su vértice al otro lado del mar. Los hombres y los capitales se desplazan al vaivén de la suerte del oro o del azucar, de la plata o del añil, y solo los puertos y las capitales, sanguijuelas de las regiones productivas, tenían existencia permanente. América latina nacía como un solo espacio en la imaginación y la esperanza de Simón Bolivar, josé Artigas y José de San Martín, pero estaba rota de antemano por las deformidades del sistema colonial. Las oligarquías portuarias consolidaron, a través del comercio libre, una estructura de la fragmentación, que era su fuente de ganancias: aquellos traficantes ilustrados no podían incubar la unidad nacional que la burguesía encarnó en Europa y en Estados Unidos. Los ingleses, herederos de España y de Portugal desde tiempo antes de la independencia, perfeccionaron esa estructura todo a lo largo del siglo pasado, por medio de las intrigas de guante blanco de los diplomáticos, la fuerza de extorsión de los banqueros y la capacidad de seducción de los comerciantes...

El resultado está a la vista: en la actualidad, cualquiera de las corporaciones multinacionales opera con mayor coherencia y sentido de unidad que este conjunto de islas que es Amérrica Latina, desgarrada por tantas fronteras y tantas incomunicaciones. ¿Qué integración pueden realizar entre sí países que ni siquiera se han integrado por dentro?. Cada país padecen hondas fracturas en su propio seno, agudas divisiones sociales y tensiones no resueltas entre sus vastos desiertos marginales y sus oasis urbanos...

Muy distinto destino se propusieron y conquistaron, por cierto, los Estados unidos. Siete años después de su independencia, ya las trece colonias habían duplicado su superficie (...) y cuatro años más tarde consagraron su unidad creando el mercado único. La compra de Lousiana (...), más tarde fue el turno de la Florida y, a mediados de siglo, la invasión y amputación de medio México en el nombre del "Destino Manifiesto". Después la compra de Alaska, la usurpación de Hawai, Puerto Rico y las Filipinas. Las colonias se hicieron nación, y la nación se hizo imperio; todo a lo largo de la puesta en práctica de objetivos clramente expresados y perseguidos desde los lejanos tiempos de los padres fundadores. Mientras el norte de América crecía, desarrollandose hacia adentro de sus fronteras en expansión, el sur, desarrollado hacia afuera, estallaba en pedazos como una granada.

..................

Las trece colonias del norte tuvieron, bien puede decirse, la dicha de la desgarcia. Su experiencia histórica mostró la tremenda importancia de no nacer importante. porque al norte de América no había oro ni había plata, ni civilizaciones indígenas con densas concentraciones de población ya organizada para el trabajo, ni suelos tropicales de fertilidad fabulosa en la franja costera que los peregrinos ingleses colonizaron (...). Fue una suerte. por lo demás, desde Maryland hasta Nueva Escocia, pasando por nueva Inglaterra, las colonias del norte producían, en virtud del clima y de las caracteristicas de los suelos, exactamente lo mismo que la agricultura británica, es decir, que no ofrecían a la metrópoli una producción complementaria.

Muy distinta era la situación de las Antillas y de las colonias ibéricas de tierra firme. Una pequeña isla del Caribe resultaba más importante para inglaterra, desde el punto de vista económico, que las trece colonias matrices de los Estados Unidos.

Estas circunstancias explicacan el ascenso y la consolidación de los Estados unidos como un sistema económicamnte autónomo, que no drenaba hacia afuera la riqueza generada en su seno. Eran muy flojos los lazos que ataban la colonia a la metrópoli; en Barbados o jamaica en cambio, solo se reinvertían los capitales indispensables para reponer los esclavos a medida que se iban "gastando". No fueron factores raciales, como se ve, los que decidieron el desarrollo de unos y el subdesarrollo de otros: las islas británicas de las Antillas bi tenían nada de españolas ni de portuguesas. la verdad, es que la insignificancia económica de las trece colonias permitió la temprana diversificación de sus exportaciones y alumbró el impetuoso desarrollo de las manufacturas. La industrialización norteamericana contó, desde antes de la independencia, con estímulos y protecciones oficiales. Inglaterra se mostraba tolerante, al mismo tiempo que prohibía estrictamente que sus islas antillanas fabricaran siquiera un alfiler.

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El actual proceso de integración no nos reencuentra con nuestro origen ni nos aproxima a nuestras metas. Ya Bolivar había afirmado que los Estados Unidos parecían destinados por la Providencia para plagar a America de miserias en nombre de la libertad. no ha de ser la General Motors y la IBM las que tendrán la gentileza de levantar, en lugar de nosotros, las viejas banderas de unidad y emancipación caídas en la pelea, ni han de ser los traidores contemporáneos quienes realicen hoy la redención de los héroes ayer traicionados. Es mucha la pdredumbre por arrojar al fondo del mar en el camino de la reconstrucción de América Latina. Los despojados, los humillados, los malditos tienen, ellos si, en sus manos la tarea. La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social: para que América Latina pueda nacer de nunevo, habrá que empezar por derribar a sus dueños, país por país. Se abren tiempos de rebelión y de cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como und esafío candente, sobre las conciencias de los hombres".


Eduardo Galeano, Las Venas Abiertas de América Latina
Montevideo, 1970.

jueves, 10 de febrero de 2011

La hipocresía de Occidente

(Nota publicada hoy, 10 de febrero de 2011, en Página/12)


La hipocresía de Occidente

(Por Robert Fisk, para The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12. Traducción: Celita Doyhambéhère).

No hay nada como una revolución árabe para mostrar la hipocresía de nuestros amigos. Especialmente si esa revolución es una de civilidad y humanismo e impulsada por una abrumadora exigencia para tener el tipo de democracia que disfrutamos en Europa y en Estados Unidos. Las indecisas tonterías musitadas por Obama y la Clinton durante estas últimas dos semanas son sólo parte del problema. De “estabilidad” a la “tormenta perfecta” hemos terminado con el presidencial “ahora-significa-ayer” y “transición ordenada”, que se traduce: nada de violencia mientras el ex general de la fuerza aérea Murabak es llevado a pastar para que el ex general de inteligencia Suleimán pueda hacerse cargo del régimen en nombre de Estados Unidos e Israel.

Fox News ya les dijo a sus televidentes en Estados Unidos que los Hermanos Musulmanes –uno de los grupos islámicos más “suaves” en Medio Oriente– están detrás de los valientes hombres y mujeres que se animaron a resistir a la policía de seguridad estatal, mientras calla la masa de “intelectuales” franceses: las comillas son esenciales para mandapartes como Bernard-Henri Levy que se ha convertido, según Le Monde,, en “la intelligentsia del silencio”.

Y todos sabemos por qué. Alain Finkelstein habla de su “admiración” por los demócratas, pero también de la necesidad de “vigilancia” –y esto es un punto bajo en cualquier “filósofo”– “porque hoy todos sabemos sobre todo, que no sabemos cuál va a ser el resultado”. Esta cita casi rumsfeldiana está dorada por las propias ridículas palabras de Lévy, “es esencial tener en cuenta la complejidad de la situación”. Curiosamente, eso es exactamente lo que los israelíes dicen cuando algún occidental insensato sugiere que Israel debería dejar de robar tierra árabe en Cisjordania para sus colonias.

En verdad, la propia reacción de Tel Aviv a los importantes eventos en Egipto –que éste puede no ser el momento para la democracia en Egipto (permitiendo así mantener el título de “la única democracia en Medio Oriente”)– ha sido tan inverosímil como contraproducente.

Israel estará mucho más seguro rodeado por verdaderas democracias que por despiadados dictadores y reyes autocráticos. Para su enorme crédito, el historiador francés Daniel Lindenberg dijo la verdad esta semana. “Debemos admitir la realidad: muchos intelectuales creen, en lo profundo, que el pueblo árabe es congénitamente atrasado.”

No hay nada nuevo en esto. Se aplica a nuestros sentimientos recónditos sobre todo el mundo musulmán. La canciller Angela Merkel de Alemania anuncia que el multiculturalismo no funciona, y un pretendiente a la familia real de Baviera me dijo, no hace tanto tiempo, que hay demasiados turcos en Alemania porque “no quieren ser parte de la sociedad alemana”. Sin embargo, cuando Turquía mismo –lo más cercano a la perfecta mezcla de islamismo y democracia que uno puede encontrar en Medio Oriente ahora mismo– pide unirse a la Unión Europea y compartir nuestra civilización occidental, buscamos desesperadamente cualquier remedio, no importa cuán racista sea, para evitar que sea miembro.

En otras palabras, queremos que sean como nosotros, siempre que se queden aparte. Y luego, cuando prueban que quieren ser como nosotros pero no quieren invadir Europa, hacemos lo que podemos para instalar otro general entrenado en Estados Unidos para que los gobierne. Así como Paul Wolfowitz reaccionó a la negativa del Parlamento turco a permitir que los tropas de Estados Unidos invadieran Irak desde el sur de Turquía preguntando si “los generales no tienen nada que decir sobre esto”, ahora estamos reducidos a escuchar mientras el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, pondera al ejército egipcio por su “restricción”, aparentemente no dándose cuenta de que es el pueblo de Egipto, los que proponen la democracia, los que deberían ser ponderados por su restricción y no violencia y no un montón de brigadieres.

De manera que cuando los árabes quieren dignidad y autorrespeto, cuando gritan por su propio futuro que Obama señaló en su famoso –ahora supongo que infame– discurso en El Cairo, les faltamos el respeto. En lugar de darle la bienvenida a sus exigencias democráticas, los tratamos como si fueran un desastre.

miércoles, 2 de febrero de 2011

La Patria Consoladora

Este texto lo recibí en 2008. Desconozco su autor, ya que fue una cadena. Sin embargo, me saco el sombrero ante aquel (quien quiera que sea) que lo haya escrito; y creo que nunca está de más compartirlo.


LA PATRIA CONSOLADORA


Un día como hoy pero de 1980, suponéte, que yo heredé una fábrica de consoladores.
Durante 20 años la pude mantener de pedo. Hacía consoladores para la Argentina porque
mis costos eran muy altos y mi fábrica no era competitiva para exportarlos. Los
consoladores taiwaneses y los de India eran mucho más baratos. En fin, suponéte que
mi problema era que por cada peso que yo ponía, mi fabrica podía producir solamente 5
ctvs. más. Esto en las mejores épocas. En otras, suponéte, que directamente perdía
plata. Ahora, los taiwaneses, por cada peso invertido ganaban 40 ctvs., con lo cual,
ellos podían bajar el precio de venta de sus consoladores para competir con los míos
y es así que ellos vendían más consoladores que yo.

Para fines de los ´90 mi fábrica estaba fundida y yo debía mucha plata al banco.

Ahora, suponéte que un día el gobierno decide devaluar la moneda. En el gobierno
piensan que si se devalúa la moneda se favorece a la producción porque se achican los
costos nacionales en relación al precio internacional. A mí me re conviene porque
puedo empezar a ganar más plata por cada peso invertido y así puedo competir con los
consoladores taiwaneses. Para devaluar la moneda la sociedad entera tiene que pagar el
costo: luego de una devaluación los sueldos de toda la gente valen menos que antes,
aunque en números sea lo mismo, pueden comprar muchas menos cosas. Igualmente la
sociedad decide hacer ese esfuerzo porque sirve para reactivar la producción y generar
trabajo para todos.

El gobierno, en su decisión de favorecer a la producción, me refinancia mi deuda con
el banco, me da una tasa de interés muy barata y yo puedo quedarme con mi fábrica.
Además, para mantener el precio de la moneda devaluada sale a comprar dólares todo el
tiempo, miles de millones de dólares para que los consoladores argentinos sean
competitivos. Encima, como yo para hacer consoladores necesito goma y la goma es un
derivado del petróleo y como el petróleo tiene precio internacional y está en
dólares y cada vez más caro, el gobierno me rebaja el costo de la goma,
subsidiándola. Tanto la plata para pagar mi deuda con el banco, como la plata para
mantener alto el dólar, como la plata para financiarme la goma, sale de las arcas
nacionales, del Estado. Es así que, entonces, todos los argentinos ayudan a pagar mis
deudas y a financiarme los costos de mi producción.
En fin, ahora yo tengo mi fábrica con una rentabilidad bárbara de 35 por ciento por
cada peso que invierto. Encima, se reactivaron todas las fábricas del país, creció
el trabajo y los salarios. Ya van 5 años seguidos en que la situación mejora cada
día. Mi actividad está tan subvencionada que prácticamente no tengo riesgo
empresario, es decir, tengo que hacer fuerza para que me vaya mal.

¿Y entonces qué pasa? Pasa que de golpe en China hay una revolución sexual. Todas
las chinas se revelan, se cansan de que los chinitos no se pongan las pilas en la
catrera y salen como locas a comprar consoladores de goma. Miles de millones de chinas
-desesperadas- haciendo cola para comprar artefactos que satisfagan sus necesidades. En
China, el gobierno declara la Emergencia Sexual y saca una Ley de Seguridad Consolante:
abre las fronteras, sin impuestos, para todos los consoladores del mundo que quieran
entrar en la China. El precio internacional de los consoladores se dispara, un
consolador sale dos, tres, hasta cuatro veces lo que salía antes.

A mí me viene al pelo. Suponéte que, de pronto y por una cuestión ajena, por cada
peso invertido puedo sacar hasta dos pesos con treinta centavos, ¡una rentabilidad del
130 por ciento! De golpe, hacer consoladores no sólo es una actividad que me permite
vivir bien, ahora me permite hacerme millonario. Y eso que sigo siendo un 'pequeño
productor de consoladores', que no es lo mismo que 'productor de pequeños
consoladores'. Así y todo estoy ganando, suponéte, 40.000 pesos por mes. Chocho.

¿Pero qué pasa? Como hacer consoladores es tan rentable, muchos de los que hacen
fideos, remeras, lapiceras, latas de comida, remedios o galletitas se vuelcan
masivamente a la industria del consolador porque todos quieren hacer mucha plata,
obviamente. Como consecuencia, en Argentina pasan tres cosas:

1. Todos los consoladores se venden al exterior, dejando a los consumidores de
consoladores argentinos sin el producto o al mismo precio que se paga afuera
(carísimo). Como nuestros sueldos están devaluados y están devaluados para que se
puedan fabricar un montón de cosas, esta consecuencia es absolutamente injusta ya que
hacemos el sacrificio para que se puedan fabricar consoladores pero nos quedamos sin la
capacidad adquisitiva para poder comprarlos.
2. Como consecuencia de que muchas fábricas se cambian al rubro de los consoladores
de goma, se dejan de fabricar muchas cosas y al haber menos cantidad de esas cosas,
aumentan de precio, con lo cual nuestros sueldos pierden poder adquisitivo con respecto
a todos los productos.
3. Además, como es tan rentable hacer consoladores, mi fábrica aumenta de precio.
Antes valía 100.000 pesos, ahora vale 500.000 pesos. Entonces yo ahora ya ni siquiera
trabajo. Directamente me conviene alquilar mi fábrica a otro que la trabaje mientras
yo me rasco el higo todo el día. Vienen fondos de inversión, pooles empresarios y
empiezan a alquilar fábricas en todo el país y las dedican a la producción de
consoladores.

El gobierno, entonces, tiene que hacer algo. Porque la gente lo votó por haber
reactivado la economía pero siempre y cuando los sueldos alcancen para vivir, lo cual
es lógico. La gente aceptó pagar el costo de la deuda de los sectores productivos,
pero a cambio de poder trabajar y comer, como mínimo y, por ahí, en el mejor de los
casos, progresar.

Y lo que hace el gobierno es ponerme retenciones móviles a la exportación de
consoladores, con lo cual, ahora mi rentabilidad vuelve a ser del 30 por ciento. Cuando
aumenta mucho el precio del consolador, aumentan las retenciones; cuando baja el precio
del consolador, baja la retención. Yo siempre gano lo mismo, o sea, mucho: 30 por
ciento anual, que es seis veces más que lo que gana una fábrica de consoladores en
cualquier lugar del mundo.

Suponéte que, entonces, yo soy un tipo muy irracional y egoísta. Suponéte que
además no tengo memoria, no me acuerdo de lo mal que me iba antes y me olvido,
además, de los esfuerzos que hizo toda la sociedad para que a mí me vaya bien. De
golpe me junto con todos los productores de consoladores y me pongo a armar un gran
quilombo. Corto las rutas y no permito el paso de ningún otro producto. Genero
desabastecimiento, suben los precios, la gente pierde aún más poder adquisitivo, etc.

Para justificarme, me dedico junto a mis compañeros fabricantes de consoladores a
diseñar un discurso que me exculpe de mis acciones antipopulares y desestabilizadoras:
'Consoladores=Patria', 'Paja o Muerte', 'Todos somos Consoladores', 'No al Aborto, Sí
al Consolador', 'Con los Consoladores estábamos mejor', 'K tirame la goma'.

La oposición y los medios me apoyan, aunque lo hagan solamente porque están en contra
del gobierno y se aprovechan de la situación. Suponéte que a mí no me importa y me
aprovecho también de ese apoyo.

Hasta acá la historia es igual a la del campo. Pero suponéte que en vez de pasar lo
mismo que pasa con el campo, en el conflicto de los consoladores pase otra cosa.
Suponéte que de golpe, el gobierno dice: 'Bueno, tenés razón. Te voy a sacar las
retenciones móviles.' Yo me pongo re contento, hago un acto en Rosario y salto de
alegría por haber ganado la batalla junto a todos mis amigos de la Sociedad
Consoladora Argentina, el Pro y la Carrió que apoya cuanto consolador se le cruza.
Gané la batalla.
Al otro día, el gobierno dice: 'Te saqué las retenciones, pero también se las saqué
al petróleo y además dejé de comprar dólares para mantener el tipo de cambio y,
además, ¿sabés qué?, voy a dejar de financiarte tus deudas con el banco y voy a
liberar las paritarias para que los trabajadores exijan los sueldos que quieran y voy a
dejar de hacer rutas para transportar consoladores y voy a mandar esa guita para hacer
hoteles de alojamiento populares y además voy a lanzar un montón de medidas para
fiscalizar a la producción de consoladores porque ese sector es el que más evade
impuestos en nuestro país.'

Entonces, aumenta la goma en dólares. Y el costo del trabajo aumenta a valores
europeos. Y encima tengo más presión fiscal y se me va un 33 por ciento de la
ganancia que antes no pagaba porque me hacia el dolobu. Para colmo, se revalúa la
moneda porque ya el gobierno no sale a comprar dólares, con lo cual la diferencia que
hacía antes en el mercado internacional se achica. Ahora no tengo retenciones y,
aunque sigo ganando plata, gano inclusive menos que cuando tenía retenciones.

Un día se acaba la fiesta sexual en China. Las minitas vuelven todas al lecho
masculino porque los chinitos se pusieron a estudiar tantra como locos y ahora pueden
mantener una erección durante 48 horas seguidas. El sexo adquiere la calidad de
'Actividad Protegida por la República Popular China'. Por efecto de la
transnacionalización de la cultura oriental, se abren escuelas de tantra en todo el
mundo. Los consoladores pasan de moda. El pene, viejo y peludo nomás, vuelve a ser el
mejor amigo entre las chinitas de todo el mundo. Los hombres readquieren su seguridad,
pues se habían visto reemplazados por simples pedazos de goma. Al haber volcado sus
esfuerzos en hacer la vida de sus compañeras más placenteras, abandonando el egoísmo
sexual que los caracterizaba, la humanidad entera se encamina hacia una época más feliz.

Suponéte que en Argentina ahora nos tapan los consoladores. No nos sirven para nada.
Encima perdimos la capacidad de producir cualquier otra cosa. No nos tecnificamos, no
nos modernizamos, no diversificamos nuestra producción, en fin, se nos pasó el tren.
Ahora mi actividad no tiene ni renta extraordinaria ni el apoyo del estado. Suponéte
que tengo miles de cajas llenas de penes de goma y que me los tengo que meter en el
culo.

Suponéte.

jueves, 27 de enero de 2011

Nota de Página/12 de hoy, Suplemento Cash

DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO Y EL TRABAJO GOLONDRINA
Peones rurales

(Nota de Por Enrique M. Martinez, Presidente del INTI).

Apareció el trabajo golondrina en los medios nacionales. Comenzó el reparto de culpas sobre las causas de las malas a muy malas condiciones de trabajo de las cuadrillas de desfloradores de maíz, cosechadores de arándanos o uva o tantas otras tareas manuales que subsisten en la economía agropecuaria argentina. Varias de esas labores podrían ser mecanizadas, como sucedió con la zafra azucarera o la cosecha de algodón, pero no lo son por la displicencia empresaria que apela al trabajo humano mal pago. Otras son necesariamente manuales y nadie analizó seriamente antes de comenzar la actividad –como en el caso de los arándanos– si el negocio justificaba llevar a algunos miles de compatriotas a trabajar en condiciones poco dignas. Simplemente, lo pusieron en el costo, les dio bien y avanzaron.

En este burbujeo mediático sobre una actividad que tiene casi 150 años de historia, es probable que se establezcan reglamentaciones más rigurosas y sistemas de vigilancia más estrictos. Sin embargo, no nos estamos haciendo la pregunta clave. ¿Es socialmente aceptable que subsista el trabajo golondrina? Una comunidad donde este tipo de trabajo es dominante, tiene algunas características asociadas:

- Además de la ausencia por meses de jóvenes y adultos en buena condición física, suelen ir las mujeres jóvenes a trabajar de empleadas domésticas en las grandes ciudades.

- Las familias quedan desintegradas en términos prácticos, a cargo de las mujeres mayores, que cuidan los ancianos, sus hijos propios y los periódicos hijos de las chicas migrantes.

- El único trabajo permanente en el lugar es el relacionado con la administración del Estado: municipalidad, policía, educación, salud. No hay huertas, no hay tambos, porque no hay quien los atienda, casi no hay producción local, siquiera de alimentos, salvo tal vez la panadería.

¿En realidad hay comunidades donde el trabajo golondrina es lo dominante? ¿No se describe un escenario que no existe? Hay al menos uno, que es el núcleo duro de oferta golondrina, que comprende a todas las ciudades que nacieron a la vera del río Dulce, hacia el sur de Santiago del Estero, la mayoría antes de la segunda fundación de Buenos Aires. Loreto, Salavina, Villa Atamisqui y varios otros pueblos, vivieron, antes y después de la colonia, de la agricultura y la ganadería menor y mayor, usando técnicas de riego similares a las del río Nilo en Egipto, ya que allí el Dulce desbordaba periódicamente y cuando se retiraba dejada el mítico limo fértil, sobre el cual crecían lujuriosos el maíz, la alfalfa, los melones.

Esta era la zona más poblada y con mejores perspectivas del sur santiagueño, hasta que se cruzó Domingo Sarmiento. El sanjuanino había tenido como tenaz opositor a su nombramiento como presidente al gobernador de la provincia, Manuel Taboada, en aquella Argentina donde no había internas partidarias ni generales, ni sufragio universal, sino roscas sangrientas. No se le ocurrió mejor revancha que diseñar la traza del ferrocarril a Tucumán sin pasar por la ciudad de Santiago del Estero, ni por ninguna de las ciudades mencionadas, sino por el este, cerca del río Salado, donde no había ninguna concentración humana. El resultado fue que a partir de 1876, en que se inauguró el tramo a Tucumán, crecieron pueblos alrededor de las estaciones de tren y la vieja civilización quedó bloqueada, sin tren, ni caminos, ni ninguna otra razón para invertir un peso allí. El golpe de gracia lo dio la construcción del Embalse de Río Hondo, inaugurado en 1950, que derivó buena parte del agua para regar otros lugares, eliminando los desbordes periódicos del Dulce.

Toda esa población quedó a expensas de los empresarios que los convocan a trabajar fuera de su tierra. El azúcar fue lo primero. Sobre todo, se instaló a lo largo de varias generaciones la idea de que eso es lo que hay. En ese contexto, el intendente de Villa Atamisqui, por ejemplo, que manifiesta ser hijo de cosechero y cosechero él mismo hace años, destaca la actitud de Monsanto, que contrata anualmente 1500 personas allí, les paga, según él, el doble que a un empleado municipal y les da confort básico en el transporte y en el destino donde trabajen. ¿Cómo negarle el derecho a ese funcionario a usar los términos relativos y elogiar a Monsanto, porque la gente cobra, según dice, 4000 pesos cada mes trabajado? ¿Cómo desprenderse, en cambio, desde un ámbito nacional, de la obligación de considerar indigno el trabajo golondrina, que ni siquiera es allí una opción sino el único modo conocido de subsistencia? ¿Lo mejor que podemos hacer se limita a reglamentarlo y vigilarlo? ¿Podremos aprovechar al menos esta oportunidad para evaluar acciones públicas de desarrollo local que liberen a esas comunidades de un destino sin familia y sin arraigo?

(La nota, en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-4930-2011-01-27.html )

Si son construcciones... hay alternativas

Nota de hoy, jueves 27/01 del 2011 en Cash, de Página/12.


El lenguaje y el mercado

(Por Manuel Calderon, profesor de Historia del Pensamiento Económico)

En un interesante artículo de 1945 titulado The use of knowledge in society, Friedrich Hayek (uno de los principales apóstoles del liberalismo político y económico del s. XX) comparó el sistema de precios de mercado con el lenguaje. Básicamente dijo que el lenguaje y el mercado son los más eficaces inventos humanos para transmitir información y conocimiento, que en esencia se encuentra desperdigado, atomizado, socialmente distribuido. Desde este punto de vista, los precios son signos que contienen información y representan conocimiento útil a la sociedad, generado a partir del funcionamiento de un mecanismo de articulación y síntesis de estas piezas de conocimiento: el mercado.

Pero dado que el mercado como el lenguaje son inventos, entonces hay una sociedad que los construyó, más aún son construcciones sociales caracterizadas por tener significado convencional, es decir, tienen significado en cuanto hay un acuerdo social que les asigna ese significado. Por otro lado, este significado del precio o la palabra sólo se entiende o tiene sentido dentro de un juego de diferencias y oposiciones entre todos los demás precios y todas las demás palabras; es este sistema de diferencias y oposiciones, con sus reglas de composición y su estructura de funcionamiento, lo que les da sentido.

El descubrimiento de la semejanza entre lengua y mercado, palabras y precios, y lingüística y economía, es originario del suizo Ferdinand de Saussure, padre de la lingüística estructural. De Saussure intuyó, a partir del análisis del equilibrio general de los mercados de León Walras, que el funcionamiento de la lengua era similar al funcionamiento de los mercados. Así como los precios se forman y adquieren su significado en el marco de un sistema económico de valores, el mercado, las palabras también surgen y significan en tanto componentes de un sistema de significación, la lengua.

Pero la idea fuerte de esta concepción del mercado y de la lengua, la idea-ruptura, es que entonces se desnaturaliza tanto al mercado como a la lengua. De Saussure rompe con la idea de que existe una comunión o lazo natural entre las palabras y las cosas. De la misma manera, concebir al mercado como invención y no como fenómeno natural, rompe con la idea fundadora de la economía científica que pretendieron los fisiócratas, la noción de orden natural. Ni la lengua es natural ni el mercado es natural, sino que son construcciones sociales cuyo significado y funcionamiento hay que buscarlos en el mundo social. Idea que por primera vez expuso Karl Marx para la relación entre cosas y valores, con su explicación del fetichismo de la mercancía: “Lo que aquí reviste, a los ojos de los hombres, la forma fantasmagórica de una relación entre objetos materiales no es más que una relación social concreta establecida entre los mismos hombres”.

Entonces, si no hay una naturaleza u origen natural de la lengua y del mercado, podemos al menos imaginar como posibles, formas alternativas de construir sistemas de transmisión y articulación social de las ideas, los conocimientos y los valores. Lo más interesante de esta concepción de la Economía como Semiótica es que da pie a la superación de la tradicional oposición entre Economía y Utopía, y abre el camino para plantear un despliegue epistemológico desde el modelo de una ciencia económica al modelo de una hermenéutica económica. Las preguntas que hace la hermenéutica están relacionadas con la comprensión de las acciones humanas más que con su explicación causal. Preguntar por ejemplo ¿en qué contexto se dice lo que se dice? ¿Con qué motivos? ¿Cuáles son las subjetividades en juego? ¿Cuál es el sentido de lo que se hace o dice? permite indagar más allá de la validez empírica o lógica de las teorías económicas y sociales, permite indagar acerca de los sujetos y las sociedades que las crean y legitiman, que las incorporan al saber, al discurso y al sentido común de una época.

manuel.calderon@econo.unlp.edu.ar

(Nota original en: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-4932-2011-01-27.html )

domingo, 23 de enero de 2011

Refundar el capitalismo, aquella broma macabra


Nueva nota de un gran diario español, Público. Por suerte, ahora se reparte gratiutamente en Buenos Aires :).


Refundar el capitalismo, aquella broma macabra
(Por José Luis de Zárraga, sociólogo español, para Público.es del 23/01/11).

Cuando estalló la actual crisis económica y se hicieron evidentes sus causas y la rapacidad de quienes se habían beneficiado de ella, cualquier analista con dos dedos de frente, incluso los que habían participado en la orgía especulativa en la que se gestó, comprendió que no era en los errores o los delitos de agentes económicos donde radicaba la responsabilidad principal sobre lo que estaba pasando, sino en el propio sistema.

La mayoría de los dirigentes políticos aunque no todos tenían esos dos dedos de frente, y lo comprendieron también. Los menos atrevidos lo dijeron en voz baja; pero algunos de los más poderosos como Obama y Sarkozy no tuvieron inconveniente en decirlo en voz alta, y al calor de la indignación que les producía el espectáculo se olvidaron de reprimir la lengua. "Hay que refundar el sistema", fue la consigna que transmitieron. Eso quería decir y lo dijeron también: hay que terminar con la desregulación de los mercados; hay que controlar la proliferación de un capitalismo financiero basado en la especulación con activos ficticios que multiplican exponencialmente la economía real, se adueñan de ella, la pervierten y la arruinan; hay que imponer tasas a las transacciones financieras y a los beneficios especulativos; hay que acabar con los paraísos fiscales; hay que poner coto a la codicia de los administradores y evitar que persigan su propio beneficio como único criterio de gestión; hay que recuperar la intervención pública en la economía, tanto para los estados como para los organismos internacionales; hay que imponer códigos de conducta ética a los agentes económicos Etcétera, etcétera.

Los límites del sistema
Lo que ha pasado luego parece la clase práctica de un curso básico de marxismo. La clase en la que se aprende, con ejemplos prácticos, cuáles son los límites del sistema y quién manda realmente aquí.

¿Eran cínicos Obama y Sarkozy cuando proclamaron su convicción en que había que refundar el sistema y su decisión de hacerlo? No creo. Como Zapatero y otros políticos europeos que creyeron que esa refundación era posible y se sumaron a ello, todos ignoraron, por un momento, los límites del sistema y la correlación de fuerzas que determina quién manda realmente en él.

Aparentemente son las multinacionales quienes protagonizan el capitalismo moderno. Según un documento reciente de la OMC, las 500 mayores controlan más del 70% del comercio mundial. Pero quien manda en ellas, en la mayoría de los casos, son los capitales financieros: hedge funds, sociedades de capital riesgo, fondos de pensiones, fondos soberanos y otros capitales especulativos, muchos estrechamente vinculados a los bancos y a las grandes fortunas.

De las decisiones que tomen estos capitales dependen la estabilidad de las divisas, las deudas de los estados y las fluctuaciones de los precios internacionales de todos los productos estratégicos y de consumo básico. De esas decisiones depende que las divisas se deprecien o se aprecien con independencia de su economía real, que los estados quiebren o tengan que dejar de prestar servicios públicos y someter a su población a drásticos programas de austeridad, que se hunda el valor de las exportaciones de unos países o que se multiplique el precio de productos básicos de los que depende la alimentación de cientos de millones de personas. Son esos capitales quienes mandan. Las organizaciones económicas internacionales están a su servicio y marcan al mundo las políticas que a ellos convienen. Y los estados, dentro del sistema, no pueden nada frente a su poder: tanto a su poder económico, que podría hundir la economía de cualquier país, como a su capacidad para comprar voluntades políticas, medios de comunicación, instituciones y grupos de presión que manipulen según sus intereses a parlamentos y opiniones públicas. Esto, en cuanto a la correlación de fuerzas, es decir, a la cuestión de quién manda aquí.

La búsqueda del beneficio
Pero si ponemos entre paréntesis ese aspecto decisivo, y nos preguntamos si sería posible refundar el sistema de modo que se evitasen las crisis y se moralizase la economía, nos topamos enseguida con límites infranqueables, porque son los límites del propio sistema. Como saben hasta los niños, la clave del sistema capitalista es el beneficio privado; todo el sistema se asienta en la valorización de los capitales. Cada uno tratará de obtener de la aplicación de su capital el máximo beneficio posible e irá a buscar ese beneficio allá donde se pueda encontrar, con independencia de las consecuencias sociales que de ello deriven. No puede actuar de otra manera, porque compite con los demás capitales que actúan con el mismo criterio, y sus accionistas le reclamarán que los beneficios estén a la altura de los que consiguen los demás.

Hace ya mucho tiempo que el capital financiero dejó de ser un mecanismo auxiliar en la arquitectura del sistema capitalista, necesario para facilitar la circulación y la asignación de los capitales en la producción de bienes y servicios. Desde hace más de un siglo es la pieza clave del sistema. Desde los años noventa, en EEUU, los beneficios del sector financiero superan a los de toda la industria. Desde hace décadas las finanzas son el principal protagonista, el que ha configurado todo el sistema según su conveniencia y el que domina por completo el conjunto. Hoy el sistema capitalista es el sistema de las finanzas internacionales y sus estructuras lo vertebran. No hay más sistema capitalista que este.

Volvamos a Obama y Sarkozy. Lo que pasó después es bien conocido, aunque quizás no haya sido bien expresado. Los mercados se impusieron a los gobiernos, se dice. Pero los mercados es un eufemismo tras el que se amparan aunque no se oculten las finanzas internacionales. No son los mercados básicos de cualquier economía mercantil, en los que concurre la oferta y la demanda de bienes y servicios, ni siquiera el mercado de capitales que asiste a la economía real en su funcionamiento. Son exclusivamente los mercados financieros en los que se trafica con divisas, con deuda pública y, sobre todo, con derivados que multiplican ad infinitum obligaciones y beneficios futuros convertidos en títulos que se crean exclusivamente para especular con ellos.

Los grandes capitales que operan en estos mercados no compran ni venden activos reales, sino la oportunidad de beneficios que se lograrán manipulando su oferta o su demanda, mediante operaciones que subirán o bajarán artificialmente el precio según convenga. Cómo se hace esto no es tema para este artículo. La cuestión es que se hace. Y vaya si se hace. El año pasado las transacciones financieras fuera de los mercados (OTC) se elevaron a 615 billones de dólares, más del triple de la riqueza del mundo entero y unas diez veces el PIB mundial. Y los activos de las 50 mayores corporaciones financieras transnacionales sumaban 54 billones de dólares, triplicando el PIB de toda la UE.

Fin de fiesta

Fueron los grandes capitales financieros internacionales directamente o a través de organismos que representan sus intereses y aplican sus criterios, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el Banco Europeo los que recordaron a los gobernantes los límites de su poder.

En el segundo trimestre del año pasado intervinieron en la verbena de los políticos y se acabó la fiesta. Primero habían forzado a los gobiernos a gastar sin tasa nuestro dinero en su beneficio, porque no podíamos permitir la quiebra del sistema financiero a la que ellos nos habían conducido, permitiéndoles a la vez largar todo lo que quisieran sobre lo que harían después. Y luego, cuando se recuperaron los grandes beneficios y el negocio as usual, mandaron callar y ordenaron a los gobiernos que pusieran a la población firmes, le vaciaran sus bolsillos y le ajustaran el cinturón. Siempre, claro está, a través de la voz ventrílocua de los mercados.

Cómo va a quedar esto, lo veremos. Probablemente, con retoques cosméticos o sin ellos, entraremos en una nueva fase, sin nada que se parezca a una refundación del sistema o a una moralización de la economía. El sistema no se puede moralizar ni refundar; o se cambia o se sufre.

(Para ver la nota completa, ingresá a:
http://www.publico.es/dinero/357619/refundar-el-capitalismo-aquella-broma-macabra )
Siempre está bien hacer un alto y reveer la cosa antes de seguir, para recordar los actores. Interesante nota de Zaiat en Página.

Grano de Trigo
Por Alfredo Zaiat

El conflicto con el núcleo de la producción agropecuaria más rentable, que adquirió mayor intensidad a partir de marzo de 2008 por la resistencia a los derechos de exportación móviles, derivó en un proceso notable: la exteriorización, con alcance masivo, de riquezas y miserias de un sector relevante de la actividad económica. Hasta esa explosión, la realidad del campo se difundía por la suerte del clima y las cosechas, las jornadas de diferentes record en la Exposición de Palermo, las alianzas políticas conservadoras de grupos reaccionarios reunidos en la Sociedad Rural, los festivales de doma y folklore y algunas protestas de productores pequeños y medianos que adquirían repercusión nacional, aunque con escasa reacción en la esfera política, como prueba la desaparición de 80 mil explotaciones entre los censos agropecuarios de 1988 y 2002. La situación del campo estaba reservada a especialistas sectoriales y a un lugar marginal de la difusión informativa con su respectivo anunciante privado. A partir de la actual crisis muchos cientistas sociales redescubrieron la problemática agraria y empezaron a preparar sus investigaciones. El tema agropecuario es dominante si se aspira a comprender el sendero histórico del desarrollo argentino. Sus protagonistas han sido sujetos fundamentales en la construcción del imaginario colectivo sobre el destino de país. La particularidad del momento es que la cuestión agropecuaria ha adquirido una centralidad avasalladora en el debate económico. Ese lugar preponderante se explica por la irrupción de un poder económico que aspira a ser hegemónico, que ha estado presente a lo largo de la historia nacional y que se ha reconfigurado desde mediados de la década del noventa, con más fuerza en la primera década del nuevo siglo, con actores de las finanzas y de la industria. En la batalla contra la Resolución 125 ese viejo-nuevo poder se hizo visible para ocupar y no abandonar el centro del escenario económico-político.

La revolución tecno-productiva, con el ciclo siembra directa-semilla transgénica-herbicidas, y precios de los commodities elevados con una moneda doméstica maxidevaluada, junto a una reversión del ciclo local de valorización financiera, han sido las principales condiciones para la conformación de ese núcleo de poder atravesado por una trama multinacional. Su predominio no desplaza la existencia de una gran heterogeneidad de la estructura agraria con su diversidad de agentes sociales. La actividad agropecuaria está integrada por variados subsectores con sus respectivos procesos productivos que requieren de abordajes específicos. En estos años de discusión sobre la distribución de la renta agraria, esas situaciones que en gran medida involucra a pequeños y medianos productores, como la actual tensión por la comercialización del trigo, han provocado desvíos en hacer evidente el avance de ese viejo-nuevo poder económico.

Pese al agotamiento de adjetivos descalificativos de dirigentes de las entidades patronales del campo, y que en estos años ha sido su más dura pelea política, la administración kirchnerista no tuvo la intención de desarticular el modelo de organización productiva en el agro expresada en ese bloque de poder. En los últimos dos años, ha comenzado una incipiente, a veces contradictoria, revisión, forzada por la derrota de la 125, reconociendo la presencia de otros sujetos agrarios. Esto hace más compleja la comprensión de la tensión política con el núcleo dominante del campo y para descubrir los mecanismos de construcción de ese orden económico. Una enseñanza de este largo conflicto es que mostró cómo reaccionan grupos económicos ante una gestión política que pretende intervenir en cómo se reparten rentas extraordinarias. Excedentes que dependiendo de cómo se distribuyen entre los actores sociales determina el modelo de desarrollo. Esta disputa es por uno agroindustrial exportador, entendiendo industrial por la molienda de la soja en aceite, o por uno de reindustrialización, con un patrón que aún no está revisado en profundidad.

Esa tensión constante fue provocando en el Gobierno una reacción defensiva virtuosa que, para dar respuestas a demandas puntuales de los productores, ha instrumentado medidas y organismos de control que exigen el blanqueo de la actividad. Esa estrategia profundizó la brecha con toda la cadena agropecuaria, ya no sólo por las retenciones, modelo de desarrollo y bloque de poder económico, sino por el elevadísimo grado de informalidad del sector, que quedó en evidencia por la propia dinámica del conflicto. Un porcentaje importante de las operaciones agropecuarias violan las reglas fiscales en el eslabón de la comercialización y de la exportación con el consiguiente empleo de trabajadores en el marco de la informalidad, en algunos casos en condiciones infrahumanas. En esa instancia, además de cuestionar el Estado por fijar retenciones, el reclamo ideológico y político por la acción estatal en el mercado agropecuario está motivado por su intervención en la fiscalización de sus cuentas y relaciones laborales. Por eso no hubo ni habrá medidas oficiales, ni una nueva Junta Nacional de Granos para proteger a los pequeños productores, que aplacará la resistencia de un sector acostumbrado a operar parte de su producción en el circuito informal.

En este proceso complicado, una cuestión básica de cualquier análisis es considerar que a partir de la derrota de la 125 la administración kirchnerista quedó a la defensiva, aunque sin levantar la bandera blanca como aspiraban la Sociedad Rural junto a sus socios históricos y los nuevos entusiastas. La creación de un ministerio del área y la sucesión de medidas, incluyendo subsidios y abundantes fondos de asistencia, a favor de los productores forma parte de ese contexto político. El Gobierno ha brindado beneficios que en cualquier análisis comparativo con otras actividades productivas serían considerados exagerados. Un problema puntual en el eslabón de comercialización del trigo, que se explica por los tradicionales abusos monopsónicos (concentración de compradores, acopiadores, molinería y exportadores) junto a la existencia del circuito marginal de venta, se abordó primero con un acuerdo-compromiso de pagar el “precio pleno” y luego ante la deficiencia de esa iniciativa se liberó las exportaciones y se lanzó una línea de crédito por 840 millones de pesos a tasa cero para los trigueros.

El informe más reciente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria sobre la rentabilidad del productor triguero da cuenta de su bonanza, resultados publicados en Página/12 el jueves pasado. Ese relevamiento está en línea con el elaborado por la Bolsa de Cereales, que en su último reporte destaca que “el inminente cierre de la campaña triguera 2010/11 lograría una productividad de 34,5qq/ha, record histórico del cultivo en nuestro país. Perfilando así una producción final de 15 millones de toneladas, 7,1 millones más que la pasada campaña”. La estación experimental INTA Pergamino calculó que el margen bruto promedio de rentabilidad de la producción triguera, con los descuentos adicionales de molinos y exportadores, se ubica en unos 173 dólares, cuando la media histórica es de 110 dólares. Ese resultado es el segundo mejor, después de 2008, desde la salida de la convertibilidad, y sólo detrás del registrado en 1996 durante esa década. O sea, la cosecha 2010 de trigo es la tercera mejor de los últimos veinte años en rentabilidad para el productor. Para la presente campaña, el INTA estimó que un productor pequeño de hasta 80 hectáreas obtendrá entre 13.840 y 24.000 dólares por el trigo, y uno de tamaño medio, de unas 200 hectáreas, recibirá de 34.600 a 60.200 dólares.

Hoy es el trigo, ayer fue la carne, mañana será el maíz, la leche o el girasol, y después, las retenciones a la soja. En cada uno de esos reclamos, mientras van capturando cada uno de los beneficios otorgados por el Gobierno, como el de los créditos trigueros que referentes del sector recomiendan ansiosos aceptarlos, se expresa la presencia dominante del viejo-nuevo poder económico instalado ya como un actor central de la escena nacional.

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