miércoles, 4 de mayo de 2011

Galeano y la "integración" económica latinoamericana en los 70s

"Para que el imperialismo norteamericano pueda, hoy en día, integrar para reinar en América Latina, fue necesario que ayer el Imperio británico contribuyera a dividirnos con los mismos fines. Un archipiélago de países, desconectados entre sí, nació como consecuencia de la frustración de nuestra unidad nacional. Cuando los pueblos en armas conquistaron la independencia, America Latina aparecía en el escenario histórico enlazada por las tradiciones comunes de sus diversas comarcas, exhibía una unidad territorial sin fisuras y hablaba fundamentalmnete dos idiomas del mismo origen, el español y el portugués. Pero nos faltaba (...) una de las condiciones escenciales para constituir una gran nación única: nos faltaba la comunidad económica.
Los polos de prosperidad florecían para dar respuesta a las necesidades europeas de metales y alimentos no estaban vinculados entre sí: las varillas del abanico tenían su vértice al otro lado del mar. Los hombres y los capitales se desplazan al vaivén de la suerte del oro o del azucar, de la plata o del añil, y solo los puertos y las capitales, sanguijuelas de las regiones productivas, tenían existencia permanente. América latina nacía como un solo espacio en la imaginación y la esperanza de Simón Bolivar, josé Artigas y José de San Martín, pero estaba rota de antemano por las deformidades del sistema colonial. Las oligarquías portuarias consolidaron, a través del comercio libre, una estructura de la fragmentación, que era su fuente de ganancias: aquellos traficantes ilustrados no podían incubar la unidad nacional que la burguesía encarnó en Europa y en Estados Unidos. Los ingleses, herederos de España y de Portugal desde tiempo antes de la independencia, perfeccionaron esa estructura todo a lo largo del siglo pasado, por medio de las intrigas de guante blanco de los diplomáticos, la fuerza de extorsión de los banqueros y la capacidad de seducción de los comerciantes...

El resultado está a la vista: en la actualidad, cualquiera de las corporaciones multinacionales opera con mayor coherencia y sentido de unidad que este conjunto de islas que es Amérrica Latina, desgarrada por tantas fronteras y tantas incomunicaciones. ¿Qué integración pueden realizar entre sí países que ni siquiera se han integrado por dentro?. Cada país padecen hondas fracturas en su propio seno, agudas divisiones sociales y tensiones no resueltas entre sus vastos desiertos marginales y sus oasis urbanos...

Muy distinto destino se propusieron y conquistaron, por cierto, los Estados unidos. Siete años después de su independencia, ya las trece colonias habían duplicado su superficie (...) y cuatro años más tarde consagraron su unidad creando el mercado único. La compra de Lousiana (...), más tarde fue el turno de la Florida y, a mediados de siglo, la invasión y amputación de medio México en el nombre del "Destino Manifiesto". Después la compra de Alaska, la usurpación de Hawai, Puerto Rico y las Filipinas. Las colonias se hicieron nación, y la nación se hizo imperio; todo a lo largo de la puesta en práctica de objetivos clramente expresados y perseguidos desde los lejanos tiempos de los padres fundadores. Mientras el norte de América crecía, desarrollandose hacia adentro de sus fronteras en expansión, el sur, desarrollado hacia afuera, estallaba en pedazos como una granada.

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Las trece colonias del norte tuvieron, bien puede decirse, la dicha de la desgarcia. Su experiencia histórica mostró la tremenda importancia de no nacer importante. porque al norte de América no había oro ni había plata, ni civilizaciones indígenas con densas concentraciones de población ya organizada para el trabajo, ni suelos tropicales de fertilidad fabulosa en la franja costera que los peregrinos ingleses colonizaron (...). Fue una suerte. por lo demás, desde Maryland hasta Nueva Escocia, pasando por nueva Inglaterra, las colonias del norte producían, en virtud del clima y de las caracteristicas de los suelos, exactamente lo mismo que la agricultura británica, es decir, que no ofrecían a la metrópoli una producción complementaria.

Muy distinta era la situación de las Antillas y de las colonias ibéricas de tierra firme. Una pequeña isla del Caribe resultaba más importante para inglaterra, desde el punto de vista económico, que las trece colonias matrices de los Estados Unidos.

Estas circunstancias explicacan el ascenso y la consolidación de los Estados unidos como un sistema económicamnte autónomo, que no drenaba hacia afuera la riqueza generada en su seno. Eran muy flojos los lazos que ataban la colonia a la metrópoli; en Barbados o jamaica en cambio, solo se reinvertían los capitales indispensables para reponer los esclavos a medida que se iban "gastando". No fueron factores raciales, como se ve, los que decidieron el desarrollo de unos y el subdesarrollo de otros: las islas británicas de las Antillas bi tenían nada de españolas ni de portuguesas. la verdad, es que la insignificancia económica de las trece colonias permitió la temprana diversificación de sus exportaciones y alumbró el impetuoso desarrollo de las manufacturas. La industrialización norteamericana contó, desde antes de la independencia, con estímulos y protecciones oficiales. Inglaterra se mostraba tolerante, al mismo tiempo que prohibía estrictamente que sus islas antillanas fabricaran siquiera un alfiler.

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El actual proceso de integración no nos reencuentra con nuestro origen ni nos aproxima a nuestras metas. Ya Bolivar había afirmado que los Estados Unidos parecían destinados por la Providencia para plagar a America de miserias en nombre de la libertad. no ha de ser la General Motors y la IBM las que tendrán la gentileza de levantar, en lugar de nosotros, las viejas banderas de unidad y emancipación caídas en la pelea, ni han de ser los traidores contemporáneos quienes realicen hoy la redención de los héroes ayer traicionados. Es mucha la pdredumbre por arrojar al fondo del mar en el camino de la reconstrucción de América Latina. Los despojados, los humillados, los malditos tienen, ellos si, en sus manos la tarea. La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social: para que América Latina pueda nacer de nunevo, habrá que empezar por derribar a sus dueños, país por país. Se abren tiempos de rebelión y de cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como und esafío candente, sobre las conciencias de los hombres".


Eduardo Galeano, Las Venas Abiertas de América Latina
Montevideo, 1970.

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